Anoche leía publicación en Facebook de una chica en la que habla sobre la “era del miedo”, por las reglas con las que se juega cuando hay un interés o atracción en el medio de dos personas. Y desde el punto de vista de un hombre, tiene toda la razón. Digo esto para “reforzar” lo que esta chica dice.
Es vergonzoso tener que hacerlo porque debería ser suficiente, pero muchos hombres tildamos a las mujeres de locas, (me incluyo porque alguna vez lo dije) y neutralizamos con esa palabra universal a casi todo lo que una mujer expresa en materia de sentimientos, un tema que requiere seria atención.
Nos llenamos la boca y publicamos frases que encontramos en Internet al estilo de “el otro pelea una batalla diaria de la que nos sabemos, sé siempre amable”, y después le pegamos la boludeada del siglo al que muestra un poco de interés mientras nos hacemos los que usamos el teléfono. Qué básicos.
¿Cómo llegamos a minimalizar lo que escribimos para no parecer que hablamos mucho? ¿En qué momento dejamos de tratar al otro por su nombre para decirle hey? ¿Dónde quedaron los valores y la educación? ¿Qué mierda es eso de no contestar? Parece una boludés, pero son los detalles los que terminan definiendo la totalidad, y por extensión a nosotros. Y en este punto, como seguro la mayoría, me hinché las pelotas de estas reglas. Hacen mal.
Es real que a veces nos cuesta expresar lo que sentimos pero seamos sinceros, nos gusta fortalecer la idea de que somos fríos. De alguna forma se ve que nos conviene para seguir jugando, algunos por tímidos, otros por cagones, lo que sea con cada uno… Sentimos miedo, sentimos vergüenza, AMOR… SENTIMOS. Y es hermoso. En la medida en la que le demos la espalda a las emociones vamos a seguir girando en el mismo eje sin dirección, y de forma repetitiva. Es lógico que no vamos a salir a gritarle a quien nos gusta lo que nos pasa, pero estaría bueno darle un lugar a esos sentimientos y experimentar para después hacerlo con el otro. Sé que muchos se mueren de ganas. Yo soy uno.
Creo que el siguiente paso es bajar un poco la guardia y animarse, por lo menos a hablar con la mirada para el que no se anime a decir.
Salgamos de lo cotidiano, de lo promedio. Dejemos de jugar con las reglas establecidas por la cantidad. Seamos fieles a nosotros mismos. No alcanza con leer que la vida hay que vivirla a pleno, VIVAMOS CARAJO.
Y una cosa más… Estemos atentos a los detalles.