Ya es parte de la familia que lo ha criado durante 2 años.
El año 2013, Jodi Proger manejaba por una carretera en Ohio, Estados Unidos, cuando un coche que iba delante de ella, atropelló a una cierva. Ella murió, y su pequeña cría rodeaba su cuerpo en estado de pánico.
“El cervatillo corría hacia atrás y hacia adelante, atrás y adelante”, declaró Jodi Proger.

Proger continuó conduciendo, pero al mirar por su espejo retrovisor, vio que el cervatillo continuaba desesperado junto al cadáver de su madre, corriendo y chocando con otros coches. Entonces la mujer retrocedió, metió al pequeño al automóvil y se lo llevó a casa.

Ella vive en una granja junto a su esposo y varios caballos. Señala que en el estado de Ohio no existen refugios para ciervos, por lo que no sabían qué hacer con el pequeño cervatillo. Decidieron entonces cuidarlo, lo llamaron Wheezer y lo alimentaron cada pocas horas durante sus primeros meses en la granja.

En estos dos años que ha vivido junto a la familia, Wheezer se ha convertido en uno más del clan. Se encuentra absolutamente domesticado y entra y sale de la casa a su antojo, aunque prefiere estar al aire libre. Cuando no hay nadie cerca, el ciervo está amarrado con una correa de perros de 30 metros de largo, pero la pareja espera tener pronto listo un recinto especial para tener al animal.

Wheezer se despierta durante la noche todos los días para pedir a su dueña que lo deje salir de casa e ir al baño.
Luego, Proger la da un bocadillo de medianoche: una leche con plátano. El venado vuelve a entrar a casa y se duerme sobre su sofá.

“Él y el perro se tumban juntos en el suelo. Ama a los gatos y los lame hasta la muerte. Lo hemos tenido durante dos años sin ningún problema, ni siquiera han habido quejas de parte de los vecinos”, cuenta Proger.

Sin embargo, los problemas se presentaron hace poco. Wheezer vagaba fuera del patio de la granja cuando se acercó un oficial que estaba supervisando a un grupo de presos que limpiaban la carretera. Al verlo, Proger intuyó que algo andaba mal. El venado y el hombre se miraban. Poco después, los oficiales del Departamento de Recursos Naturales de Ohio se presentaron en la granja para decirle a Proger que estaba violando la ley al mantener un venado en su propiedad.
¿Cuál era la solución para los oficiales? Pues matarlo.
“Lloré, lloré y lloré”, recuerda ella.

Proger les rogó que volvieran a su oficina y que fingieran que nunca habían visto nada, pero los oficiales se negaban a hacerlo, aunque no se llevaron al ciervo.

Ohio tiene leyes que protegen la vida salvaje pero, lamentablemente, no tiene refugios para ciervos, por esa razón los oficiales decretaron la muerte de Wheezer. Aunque Proger sabe que la vida que lleva el ciervo no es la ideal, es su única opción de sobrevivencia en este momento.
“¡Nunca nadie me dijo que era ilegal tener un ciervo!, ¡nadie!”, dice indignada Jodi Proger.

Proger se acercó a un senador de Ohio para pedirle ayuda. Gracias a él, lograron detener la sentencia de muerte del venado, pero aún no se sabe que pasará con él y con Proger. La familia continúa hasta ahora cuidando de Wheezer, quien es muy cariñoso con todos.
Ayuda a salvar a Wheezer firmando una petición para que el gobernador de Ohio le perdone la vida.