Aunque actualmente he aprendido a lidiar con su ausencia persiguiéndome a todo momento, y aunque las circunstancias en mi vida han provocado que tenga nuevas preocupaciones que me quiten el sueño, creo firmemente que es totalmente normal que aún necesite desahogarme, terminar de expulsar todos los estragos que quedan de él, del imposible ‘nosotros’, de la vieja yo.
Porque la sensación de llorar antes de dormir desapareció sin que me diera cuenta, el pensar en él cada mañana al despertar simplemente se desvaneció, porque ese estremecimiento de un vacío en el alma aún existe, ya no duele, pero ahí continúa, recordándome en cada puesta de sol uno de mis mayores fracasos a mi corta edad.
Duele el alma, porque como mujer, decidimos entregarla, optamos por ofrecerla incondicionalmente, porque es así como entendemos el amor, sin embargo, no siempre llega a ser reciproco. Todas, todas hemos pasado por un corazón roto, todas hemos quedado en algún momento con aquella huella de derrota, con ese vacío indescriptible en el pecho, seamos sinceras, te dan ganas de olvidarte hasta de ti misma, y aunque miles de psicólogos y especialistas vengan a decirme que eso no es tener amor propio, para mí no tiene nada que ver.
El amor propio existe en el mismo instante en que decides abandonar esa persona, aunque te hiele la sangre, pero por el simple hecho de ser firme en tu decisión ya te hace una mujer fuerte e inquebrantable para la siguiente batalla.
Así que si a ti te acaban de romper el corazón, no has dejado de llorar, si ya han pasado meses y aun sueles preguntarte ¿por qué pasó?, si aún posees el deseo de saber de él, sólo quiero decirte que es completamente normal; es normal que aún pienses en su aroma y recuerdes sus abrazos, que aún recuerdes su sonrisa y extrañes su gesto más serio, que escuches esas canciones que alguna vez te dedicó y simplemente llores, es normal, lo amaste, y pasará, todo eso, el tiempo se lo va a llevar.
No pienses en su posible regreso, sea tarde o temprano, regrese o no, encárgate de curarte a ti misma, de levantarte cada mañana y a pesar de las lágrimas poder admirar el sol, esperanzarte por todo lo que queda, vuelve a construirte, vuelve a sonreír, volverás a ser tú, pero aquí está la mejor parte, volverás a ser tú misma pero en una versión renovada, más radiante, más mujer…