Camino a la casa de su madre el 20 de febrero de 2016, Judy Obregon encontró en el camino a una zarigüeya. Al principio creyó que estaba muerta, pero el animalito movió la cabeza y miró a Judy como pidiéndole ayuda. Ella se bajó de su auto y caminó hacia donde estaba la pequeña zarigüeya; mientras caminaba Judy notó una línea de sangre que iba desde un camino hasta el cuerpo de la criatura. Al analizar la situación, Judy notó que la zarigüeya no había sido atropellada por un auto y que además era una hembra embarazada.


Se veía en muy mal estado. Estaba luchando por caminar, pero no lo lograba. Así que Judy la ayudó.
Para que ningún carro le hiciera dañó la movió a un lado del camino y utilizó una camiseta que tenía en su carro para envolverla y mantenerla caliente. Además contactó a una rescatista de fauna silvestre llamada Tabatha.

Mientras esperaba, Judy fue por una caja (mientras su esposo y su suegra, quienes estaban cerca, cuidaban a la zarigüeya)
Ella quería mantenerla lo más protegida posible pues era muy pequeña, muy frágil y además tenía más vidas adentro. Después de que la zarigüeya logró entrar con mucho esfuerzo dentro de la caja, la llevaron a la casa de su suegra y esperaron a que la rescatista Tabatha llegara. Tardó 10 minutos y para Judy fue muy emocionante:
“Hago rescates todo el tiempo (de perros y gatos), pero ver a otra rescatista hacer lo que hago yo, me pareció muy conmovedor”.
-Judy-

Lo primero que hizo Tabatha fue chequear si realmente era una hembra con bebés.
Y efectivamente, Angel (así le pusieron) estaba embarazada y si bien no había sido atropellada, si había sido golpeada por algo. No tenía huesos rotos, no mucha sangre, pero tenía heridas que indicaban que . Afortunadamente sus bebés estaban bien.
Una veterinaria amiga de la rescatista determinó que Angel no necesitaba ir a la clínica.
Pero sí necesitaba medicinas, limpieza de heridas, pollo, vegetales y mucha atención en las noches (son animales nocturnos).

Y aunque Angel fue herida por humanos y no es un animal doméstico ella nunca mordió a Tabatha.
Entendió que su rescatista sólo quería ayudarla a sanar. La idea era que sus heridas no se infectaran y que sus bebés estuviera protegidos.


Pero ¿qué iban a hacer con la pequeña Angel?
Afortunadamente, Tabatha conocía a un hombre con una gran propiedad privada donde la caza está absolutamente prohibida. Allí la liberaron después de su recuperación y es evidente que está sana y feliz.

¡Un final perfecto para una futura madre!