Algunos niños con autismo logran generar vínculos muy profundos con los animales. Uno de esos casos, es el de James Isaac. Él sólo encuentra consuelo en su gran amigo Mahe, un perro labrador que ha estado con él por dos años y medio. Resulta que como el menor no es capaz de tener comunicación con su familia, a veces es difícil sacarlo a lugares públicos. Sin embargo cuando su amigo de cuatro patas está con él, todo se vuelve mucho más simple.

James y Mahe son inseparables. No se alejan el uno del otro ni para las visitas al hospital de Wellington, en Nueva Zelanda, que tiene que hacer el pequeño. Él debe hacerse pruebas constantemente y, como los doctores ven la relación que tiene con el animal, han permitido que lo acompañe en la sala.

Michelle Isaac, la madre de James, cuenta que la relación de su hijo con su mascota es muy fuerte. Mahe siempre está presente cuando al pequeño le hacen exámenes y se acerca de vez en cuando para lamerle la cara. Tanta es la necesidad que tienen de estar juntos que, sólo cuando el perro no llegó a la habitación de James, el niño pudo tranquilizarse.

“Mahe es su mejor amigo, lo es todo para él”.
-Michelle Isaac-
Mientras a James le ponían la anestesia, Mahe lo miraba fijamente y mostraba una gran preocupación

Mahe es un pilar fundamental para toda la familia. Su llegada cambió la dinámica que se tenía con James y ha dado estabilidad a sus rutinas diarias. Gracias al perro, James ha ganado más seguridad y ya no tiene ataques de pánico ni de ansiedad.

Esta pareja está inspirando a muchas familias alrededor del mundo…