Nancy Chen estaba habituada a disfrutar de la compañía de conejos; de hecho, tuvo uno que pasó más de 13 años junto a ella, su nombre era Hershey. Pensó que sería igual con Miss Bunz, a quien adoptó en un refugio, pero recuperar la confianza de esta coneja puso a prueba todas sus habilidades como propietaria de mascotas.

Chen no tardó en darse cuenta de que el comportamiento de Miss Bunz no era normal. La coneja permanecía escondida y evitaba todo tipo de contacto con ella, ni siquiera se dejaba tentar a cambio de un poco de comida. Incluso en alguna ocasión la mordió para escapar y otra vez huyó con tanto afán que se hizo daño al golpearse con los muros de la habitación en la que se encontraba.
Los rasgos de maltrato y encierro en su anterior hogar eran más que evidentes.

Abrumada por lo difícil que le resultó aproximarse a su mascota, Chen estuvo a punto de rendirse pero decidió intentarlo. Las cosas empezaron a cambiar cuando dejó a Miss Bunz dentro de un corral en el que le era imposible esconderse.

Con un poco de tiempo compartido a diario por ambas dentro del corral, Miss Bunz no tardó en acercarse a su dueña, perdió el temor de recibir comida de su mano e incluso le dejó acariciar su cabeza.

Las rejas del corral desaparecieron progresivamente hasta que Miss Bunz pudo correr libremente por toda la casa. El cambio ha sido radical, ahora ella espera pacientemente la llegada de Chen e incluso frota sus propios dientes cuando es acariciada, una señal de confort y agradecimiento propia de esta especie.

A Miss Bunz le encantan los paseos en el exterior, así que su dueña le compró un chaleco con correa para poder acompañarla cuando salen de casa. La historia es conmovedora y ha tocado las fibras de marcas como Disney, que se enamoraron de esta coneja y la convirtieron en la imagen de una de sus campañas.
