Los caballeros andantes. Todo un mito. Toda una ilusión que esperamos las mujeres encontrar porque desde niñas nos han educado para vivir de ellas. De aspirar un hombre que prácticamente venga en su blanco corcel a sacarnos de nuestra vida ordinaria para llenarla de rosas, mariachis, demostraciones de amor bajo la lluvia, cartas testamentarias donde estalla el amor que nos tiene… Un hombre idílico, especial, de hermosas facciones y “poder de representación” que queramos ir a exhibir por todos lados, y sea simplemente perfecto, de buen ver, huela divino y nos arrope entre sus grandes brazos, de los cuales nos van a proteger del mundo y sus desventuras, nos haga sentir invencibles y…
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La vida no va así. No somos unas princesas rosadas. No solemos ser ésas sílfides de blanca tez como el alabastro y cabellos “marrón perfecto” tersos y largos hasta las rodillas, ni tampoco somos dulces y volubles. Somos tan humanas como humanos son ellos. Pero al menos a ellos no los educaron para esperar eso de nosotras. Algunos, inclusive, van tan preparados para nuestra imperfección, que tienen otras más y se arman lo más parecido a su mujer ideal a retazos, disfrutando de cada una lo que no tiene la otra. De allí que alguna más de una vez ha oído “de Laurita me gusta su inteligencia, de Carito su cuerpo”, y tienen el descaro de andar con las dos…
Pero de esto no trata este post. Este post habla de los caballeros de la vida real. En especial de ese hombre normal, que a veces no le da el bolsillo para salir a comer con nosotras, lo reprenden en el trabajo, se le rompen los zapatos, y al que no le crece la barba perfecta.
Al contrario de lo que se piensa, un caballero real, cumple con lo siguiente:
Te escucha. Te deja ser tú misma. Te corrige en tus errores, te ayuda a mejorar (pero no se mete en tu esencia) me explico. Eres escandalosa y ríes como hiena. Él no te va a decir que seas mås discreta. Pero si estás tomando una actitud mezquina o injusta al respecto de algo o alguien, va a señalártelo.
Un caballero real no va a tener una discusión contigo y en medio de TÚ enojo, te escribe que se va a ir a dormir. No te va a regalar una noche de insomnio por su culpa. Si no duermes tú, no duerme él hasta que arreglen ese problema. Él que te quiere, no va a estar agonizando entre las sábanas, como tú, amasando rabia o tristeza. Un caballero real discute contigo y resuelve ese problema. Quien puede dormir como bebé, interrumpiendo una discusión, está más francamente interesado en decepcionarte que en verte feliz. Dime tú si eres feliz leyendo un mensaje del tipo “no me gustó lo que dijiste, No voy a discutir contigo, me voy a dormir”. De verdad. Gracias por el insomnio que te acaba de regalar pensando si eso quieres en tu vida.
Un caballero real tiene la creencia de que los malos tiempos son malos consejeros.
Seamos sinceros. Nadie sabe a qué brazos puede estar uno empujando al otro cuando se arma el apocalipsis del conflicto en pareja. Los conflictos no vienen solos. Se originan en una insatisfacción. Uno nunca termina de conocer a nadie, pero uno debe recordar que como llegó uno, puede llegar otro. Y un caballero real sabe que así como no quiere ver lágrimas en el rostro de su querida novia, deben haber personas que tampoco quieren eso. No mintamos. Todos hemos pasado por esa situación en la que nos dejaron por “otr@” y la cuestión no es que nos dejaron por otr@, la cuestión es que mientras te ocupabas en “dormir” alguien se encontraba despierto confortando a TÚ pareja. Mientras te concentrabas en hacerte el duro, para que le doliera, llega otro factor (ya sea persona o epifanía de vida) a decirle que eso no debería estar pasando, y que no vale la pena que ustedes sean pareja. Un caballero real, se porta de manera tal, que las discusiones no van a parar en la posibilidad de que él termine como parte del pasado, porque el quiere ser tu presente y seguir indagando acerca de lo que va a ser el futuro.
Un caballero real conoce la realidad. Conoce que todo no va a ser perfecto. Y conoce el hecho de que cuando discutes con él, dejas a flote tus sentimientos. Y lo menos que puede hacer es tener la cortesía de no dejarte colgando con ellos, portarse indiferente, hacer que te duela mÁs la disputa, que te sientas mÁs voluble. Un caballero real no te va a regalar insomnios, lágrimas o enojos sin sentido. Y quizás eso sea mejor que cajas de bombones, mariachis, rosas a granel, y hasta una presencia avasallante, un físico impecable, pero con una actitud que te hace llorar y te desmejora.
Ser un caballero real es pensar en los sentimientos de ella. Respetarlos, escucharlos y tomar de ellos, el conocimiento necesario para saber qué la haría a ella feliz, y mejorar. Un caballero real sabe que ambos deben hacerse feliz. No buscar su exclusiva felicidad a través del otro. Eso vale cien por ciento para NOSOTRAS.
Total… el caballero real es sólo un ser humano, como tú y yo, ¿no?