Mi madre es una de esas mujeres que no se deja vencer con nada. Que, aunque lo esté pasando mal, siempre saca fuerzas desde donde quizá no las hay. No deja que nada ni nadie la derrumbe y siempre se hace respetar y expresa lo que siente y piensa. Y así me educó. Cuando creces y eres criada por una mujer fuerte aprendes que la vida, aunque sea difícil, siempre tendrá algo positivo para ti, pues vales mucho más de lo que piensan quienes quieren hacerte daño.
1. Aprendiste a amarte a ti misma
Cuando el mundo estuvo en su contra, ella luchó. Cuando nadie creía en ella, ella sí lo hizo. Tu madre es una mujer fuerte y se ama a sí misma más de lo que alguien más podría, pues confía en quien es y en lo que es capaz de lograr. No permite que nadie dude de ella ni la subestime. Y así es como has aprendido al ser criada por alguien así. Sabes que las derrotas no te definen y que nada ni nadie puede derrumbarte.
2. Aprendiste a ser fuerte
Ser fuerte no significa no ser emocional. De hecho, en todas esas ocasiones en las que tu madre estuvo contigo y lloró junto a ti te demostró esa fortaleza emocional que la hacía sentirse conectada contigo y no sentir vergüenza a mostrarse tan humana como lo es. Llorar también es de personas fuertes y a veces, cuando las cosas ya no dan para más, no te queda más que desahogarte y velar por ti y no dejar que nada más te derrumbe.
3. Aprendiste a ser independiente
No necesitas a alguien para ser feliz, ni tampoco dependes de nadie para tener estabilidad económica. Sabes cómo cuidarte a ti misma y cómo administrar tus finanzas, porque aprendiste de alguien que no necesitaba un hombre a su lado que la mantuviera, pues ella misma lo hacía.
4. Te diste cuenta de que ser mujer no es una tarea fácil
No es fácil ser mujer, sobre todo en esta sociedad en la que estamos acostumbradas a que nuestra opinión nunca sea la más escuchada. Te acostumbras a que las personas te juzguen por la manera en la que te vistes o por la forma en la que te relacionas con otras personas. Sin embargo, a pesar de todo, tienes claro que con un poco de coraje puedes destacar y demostrar que eres una mujer fuerte que no tiene miedo de alzar la voz.
5. Aprendiste a hacerte respetar
Gracias a la fortaleza de tu madre aprendiste a enfrentar a quien quería hacerte daño. Aprendiste a no permitir que alguien te pasara a llevar o te ofendiera.
6. Aprendiste a tener el coraje de dejar atrás el pasado
Ya no haces caso de los “qué habría sucedido”, pues sabes que no tienen sentido en tu vida, pues siempre debes mirar hacia adelante y atesorar el presente.
7. Conociste el verdadero significado del amor y apoyo incondicional
Tu madre ha estado siempre contigo y te ha apoyado en todo momento. Gracias a ello aprendiste que el amor y el apoyo sí pueden ser incondicionales y desinteresados, sobre todo viniendo de personas que amas. Tal como tu madre, que a veces dejó de lado sus cosas para cuidarte y apoyarte incondicionalmente.
8. Aprendes a valorar tu propia compañía y felicidad
Sabes que la felicidad está dentro de ti y no al lado de alguien más, por lo tanto, tu sonrisa no depende de la compañía de alguien, pues aprendiste a respetar y amar la tuya. Además, siempre puedes encontrar la felicidad hasta en los peores momentos, sólo depende de ti encontrar la luz.
9. Aprendiste a tener fe
Sabes que el sol aparece después de la tormenta y que puedes ser más fuerte después de cada batalla. Sabes que, a pesar de todo, las cosas malas pasarán y no serán eternas, pues mañana es un nuevo día y siempre contarás con el apoyo de quienes te quieren. Sobre todo el de tu madre.