A todas nos ha pasado que salimos a la calle y nos faltan al respeto los tipos que se la pasan chiflándonos, diciéndonos “piropos”, gritándonos cosas desagradables que según ellos son halagos, y tenemos que soportar que nos hablen como si fuéramos perros o animales.
Al igual que muchas mujeres del país entero y de mi ciudad o estado, tengo que transportarme en ruta o transporte público, y diario vivo estas situaciones, en la ruta veo a hombres que al pasar al lado de nosotras tratan de rosarnos o se acercan demasiado e incluso nos susurran cosas al oído, situación en la que siempre me defiendo o los pongo en su lugar, porque no nací callada.
Pero estoy harta de hacerlo a diario, de tener que cuidarme y acomodar mi mochila para que no pasen cerca o incluso acomodarme de manera en la que no se puedan acercar a mí si estoy parada, pelear con ellos es agobiante. Pero no soy la única ya que constantemente veo mujeres en esta situación, algunas se dejan, no sé si por miedo o por no pelear, pero la pregunta es ¿nosotras mujeres no merecemos ser respetadas? y que quede claro, no por ser mujeres, sino por el simple hecho de que somos personas de que somos seres humanos pensantes razonantes y con derechos los mismos que cualquier hombre, pero pareciera que no contamos con ellos.
Para ello quisiera de mencionar una serie de acontecimientos, con los cuales muchas nos sentiremos identificadas:
1. Caminar por la calle sola, no es tan genial
Siendo mujer no puedes andar por la calle sola, y no porque no tengas capacidad, sino porque lamentablemente el que te vean sola es señal de que te pueden molestar. El otro día iba sola caminando, y venía una camioneta con miles de tipos y me empezaron a gritar y a chiflar; ese momento fue el primer momento en el que no me defendí no alcé mi voz, por miedo a que algo me pasara, porque no había nadie a mi alrededor y decidí caminar acelerando mi paso, pero los gritos de esos hombres no dejaban de oírse y lo único que sentía era un nudo en la garganta y enojo por no poder expresarme y por no poder defenderme. ¿Cuántas de nosotras hemos estado en esta situación?
2. No poder usar lo que quieras, está mal
No poder usar esa falda que tanto te gusta, o el vestido con medias o incluso hasta una simple pantalonera y andar por la ciudad. No poder usar lo que tú quieras está mal, es tu cuerpo, pero más mal está que las personas digan frases como “si ya sabes cómo son para que los provocas”. No sé qué piensen ustedes pero yo pienso que soy libre de ponerme lo que quiera y caminar sin miedo a que alguien me agreda física o verbalmente, existe algo que se llama respeto.
3. Tener miedo, no es agradable
Tener miedo a salir sola incluso a la esquina de tu casa no es agradable y mucho menos es agradable tener miedo a todo lo que se escucha detrás de ti cuando vas caminando, el desconfiar hasta de tu sombra y tener que ir en guardia no, y mucho menos ir con la desesperación de querer estar a salvo.
4. Pensar que el ser mujer es malo
A veces escucho comentarios como esos de “desearía no ser mujer para no tener que soportar esto”. Pues les tengo una noticia, es ahí donde estamos mal, porque ser mujer es maravilloso, poder ser nosotras sin ataduras, fuertes, capaces de hacer mil cosas y soportarlo todo de llorar y levantarnos, de seguir a pesar de todo lo que implica.
Lo que está mal es que no existan personas con respeto hacia nosotras, que existan personas que nos ven meramente como un objeto sexual, como alguien a quien pueden insultar, eso es lo que está mal, no nosotras.
5. No alzar la voz
Tienes voz para expresar aquello que no te gusta, y para decir ¡basta!, de verdad tienes el derecho de exigir respeto y tienes la obligación de darte a respetar, sé que no debería ser así, y debería existir el respeto hacia cada una sin tener que exigirlo, pero si no es así, tú estás en todo tu derecho de decir “NO” y no quedarte callada ante los constantes acosos de los demás.
Al igual que tú soy mujer, y me interesa poder salir sin miedo, poder salir sin tener que cuidarme las espaldas constantemente, el derecho de no escuchar los piropos que para nada son agradable.