Hoy es otro día más de mi lista de logros, de pequeños pasos, aunque no han diferido en los anteriores. Ya siento a tan temprana hora mi angustia, de manera punzante en mi pecho, como avisando que es hora de despertar. Como cada día, me levanto, desayuno y media hora después, mi cuerpo decide que ya es hora de vomitar, y ahí empieza mi día, tarde y noche.
El mismo proceso con cada comida y muchas veces sin ella. No hay variantes.
Lucho con mi cuerpo, intento retenerlo, pero él termina ganando, es más fuerte que mis ganas.
He de confesar que cada vez que lo hago, siento alivio, es como la sensación de que te alivias de muchas cosas hasta tu próxima comida.
Mi cuerpo por más pelea que le de, ya me domina.
La anorexia y el estrés ya mandan en mí, mi fuerza y energía ellos ya me las han robado, se pierden día a día.
Muchos días pareciera que mi cerebro lo asimilara, pero que mi cuerpo no…
Cada día se me hace más duro y doloroso pelear con algo que yo sin saberlo causé, y no es que yo sea una persona insegura, con falta de cariño, jamás me falto nada de eso.
Han sido los nervios, el estrés que me han traído hasta aquí sin darme cuenta en la trampa que caía. Me consumen en mi nueva rutina a la que llamó “lo que comes expulsas”.
A diario hago grandes esfuerzos, por comer y retenerlo, pero en algunos casos es imposible.
Muchas veces rezo y lloro por las noches, pidiendo que esta pesadilla ya se acabe, quiero que esta pelea termine, que ella o yo gane. Pero que termine esta maldita enfermedad.
Hemos buscado ayuda, y hoy me han llevado a un doctor. Al pasarme estoy en 45 kilos que para mi 1,70 metros es bajo, muy bajo. Me han dicho que el tratamiento me llevará 6 meses, y me desespera aún más. Es un plazo tan largo.
Pasadas las sesiones, entiendo que es mi lucha, que en mí está la vida o la muerte.
Ya van dos semanas, y he comenzado a ganar. Como dice mi doctora es una pelea por round y pues hoy he sido la ganadora de una (anorexia 2 – yo 1).
Esta enfermedad es como una pelea de box, si tú te dejas te pegan hasta matarte, pero también puedes pelear con ella e intentar ganarle.
Y sí he ganado, después de todo gané, dejando lágrimas, dolor y más atrás. Además de los 45 kilos. Gané al decidir luchar porque he aprendido a no inhibir mi cuerpo, a escucharlo y a principalmente amarlo tal cual es.