El miriñaque es un objeto que se hizo parte del mundo de la moda a mediados del siglo XIX, con un extraño nombre y una forma más extraña aún.
Es un accesorio que demuestra los extremos que buscaba alcanzar la silueta femenina hace muchos años atrás y sobre todo, lo elaborada que era la indumentaria femenina. Aunque quizás lo más impresionante, es que en algunas ocasiones… Se siguen utilizando.

La idea del miriñaque era aumentar exageradamente el volumen de los vestidos, logrando que una mujer ocupara un espacio inmenso al entrar a una habitación. Imposible pasar desapercibida.
Originalmente fabricadas a partir de crin y lino, se caracterizaron por las armazones circulares que completaban la silueta de los vestidos y que se construían con huesos o incluso, acero. Increíblemente, estas jaulas de la moda se hicieron muy populares, a pesar de ser un accesorio bastante difícil de llevar (ya se imaginarán por qué).

Lo cierto, es que también representaban un gran riesgo. Solo en Inglaterra, murieron cerca de 3.000 mujeres por miriñaques incendiados en una década.

La moda de llevar miriñaques, duró aproximadamente hasta mediados de la década del 1860, pues fue reemplazado por el polisón (una forma mucho más amigable y humana de darle volumen a los vestidos). Fue revivida en varias ocasiones, como por ejemplo después de la Segunda Guerra Mundial por Dior y hasta el día de hoy se siguen ocupando en ocasiones extremadamente formales. Por ejemplo, en algunos vestidos de novia. ¿No será demasiado?