La creatividad en los niños siempre sido considerada valiosa por parte de la sociedad, sobre todo cuando los pequeños tienen aptitudes artísticas que les permiten lograr objetivos que para los padres suelen ser los esperados, tal como los profesores. Se les da apoyo, se les entregan herramientas adecuadas pero, así mismo, también se les exige ser constantes y seguir una serie de normas que les permita perfeccionarse. Y he ahí el error, pues, más que criar niños creativos que puedan crecer y perfeccionarse, estamos criando pequeños que sólo cumplirán las expectativas de los demás sin siquiera buscar sus propias aptitudes.
¿Cómo podemos hacer el cambio? Un reciente estudio demostró una gran diferencia entre los niños altamente creativos y los que no lo eran en gran medida. ¿Cuál era la diferencia? La presencia de los padres y sus reglas.
Comparando las familias de niños que estaban en el rango del 5% más creativo de la escuela, los padres de los niños que no destacan por su creatividad tenían, en promedio, seis reglas para cumplir (tareas del hogar y tareas escolares, principalmente). Por otro lado, los padres de los niños altamente creativos sólo imponían una regla o quizá menos.
“La creatividad puede ser difícil de cultivar, pero fácil de truncar. Limitando las normas, los padres pueden permitir que los niños piensen por sí mismos”
-Teresa Amabile, psicóloga-
Del mismo modo, cuando se comparó a los arquitectos más creativos con un grupo de personas altamente calificadas pudieron determinar sólo una cosa: la crianza de los arquitectos tenía un énfasis en el desarrollo de un código moral propio. Es decir, esos padres criaron a sus hijos sólo enseñándoles a seguir sus sueños y propio éxito, además de inculcarles el sentido de la felicidad haciendo lo que apasiona. Podían descubrir sus propios intereses.
Lo mismo con otro tipo de creativos. Los grandes músicos como Mozart tenían gran interés en la música mucho antes de tomar lecciones o trabajar profesionalmente. Lo aprendieron por sí mismos, y lo disfrutaban. Nadie los obligó, ellos mismos buscaron esa pasión que les interesaba y aprendieron a su manera, sin obedecer reglas o esperar superar las expectativas de padres o profesores.
No podemos obligar a un niño a ser creativo e imponerle normas. Enséñale a querer ser exitoso por sí mismo y a trabajar en lo que le gusta.
Déjalo seguir sus sueños, no los tuyos.