Este mes se cumplen 11 años desde que perdí a mi papá y aunque me gustaría creer que con el tiempo, y con los años que han pasado, he logrado superarlo, la verdad es que nunca he vuelto a ser la misma. No lo digo con un contexto negativo, me siento feliz gran parte del tiempo, estoy construyendo una vida que me emociona y tengo a mi mamá a mi lado aún. Aún así, de vez en cuando me pregunto qué le parecería a él todo lo que estoy haciendo. ¿Estaría feliz, se sentiría sorprendido? En estas preguntas se refleja una pérdida que es imposible de superar completamente.
No hay nada que pueda prepararnos para perder a uno de nuestros padres, y aunque es algo que sabemos que pasará en algún punto de nuestra vida, nunca esperamos que pase mientras somos niños o adolescentes.
Con el paso de los años comenzamos a aceptar y convivir con nuestra nueva realidad. Puede que incluso aprendamos cosas y que saquemos lecciones ‘positivas’ en el sentido de que nos hacen crecer como personas. Sin embargo, si hay algo que todos los que hemos perdido a alguno de nuestros padres sabemos, es que después de algunos años nos damos cuenta de lo inevitable: el deseo de tenerlos con nosotros nunca nos deja. Estas son algunas cosas que cambian en tu vida para siempre cuando tu papá o tu mamá dejan este mundo.
1. Valoras más a los que aún están contigo
Cuando pasas por una experiencia como esta comienzas a valorar más a las personas que aún tienes en tu vida. Un día mi padre estaba conmigo y dos horas después ya no estaba. Casi parecía una broma, un sueño del que iba a despertar, pero la verdad es que ya estaba despierta. Cuando aprendes que la vida da y quita de forma casi azarosa, comienzas a valorar mucho más a todos los que tienes a tu alrededor.
2. Vives con el temor de que vuelva a ocurrir
Parte de pasar por un trauma como este, es sentir que el abandono y la pérdida volverán a ocurrir una y otra vez. Para esto, lo mejor que puedes hacer es ir a terapia. Es cierto que la vida es impredecible, pero vivir con este miedo no vale la pena, especialmente porque cuando no lo tratas, puede durar años.
3. Sientes celos de quienes aún tienen a sus padres
Más de alguna vez me quejé de mi papá, más de alguna vez le imploré al cielo que no me regañara otra vez por algo que sentía que era tonto, pero hoy en día veo estos intercambios bajo una perspectiva completamente diferente. Si has pasado por lo mismo, sabes que has sentido celos de quienes aún tienen a sus padres y te gustaría decirles que en vez de quejarse de ellos, apreciaran que aún los tienen en su vida.
4. Te preguntas constantemente qué dirían o qué pensarían
Sales del colegio, entras a la universidad. Sales de la universidad, comienzas a salir con alguien de forma seria. Puede que te hayas casado, que hayas conseguido una beca increíble, que hayas conseguido el trabajo de tus sueños o que tengas unos hijos adorables. Ellos no verán nada de esto. Esto es lo que más nos duele: saber que si volviéramos a encontrarnos con ellos, no podrían reconocernos, porque hay tantas cosas que han pasado desde la última vez que los vimos. Más que todo, te encantaría que pudieran ver la persona en la que te has convertido.
5. A pesar del paso de los años, siempre descubrirás heridas aún sin sanar
Esta es una marca que llevamos con nosotros para siempre. Podemos sanarnos, pero debido a que es un evento traumático, siempre encontraremos nuevos lugares en nuestro interior que requerirán trabajo y sanación. Es algo que nunca acaba y tiene mucho que ver con el hecho de que cada vez que evolucionas y te conviertes en una nueva persona dejas parte de ellos y de su recuerdo atrás.
6. No quieres olvidar nada de esta persona
Cada vez que te acuerdas de algo de esta persona lo escribes. Es como un pequeño tesoro. Guardas sus fotos de forma sagrada, porque es lo único que te queda para recordarlos tal y como eran en ese momento. No quieres olvidar nada de ellos porque de esta forma pueden seguir siendo parte de ti.
7. Siempre tienes tu teléfono cerca de ti
En caso de emergencia, en caso de que quieras decirle algo a alguien, en caso de que haya que recibir una mala noticia. No quieres que nada te pille desprevenido como la vez anterior. Esta es una característica que marca que has pasado por un antes y un después.
Perder a un ser querido es una experiencia dura, pero se puede salir adelante. No dudes en que volverás a reír y a sentirte feliz, porque así será. No te sientas culpable, eso no significa que los hayas olvidado o que los quieras menos. Después de todo, tu papá o mamá querrían que fueses feliz ¿o no? Comienza este nuevo proceso de a poco y busca la ayuda que sea necesaria. En este momento todo parece imposible, pero con el tiempo todo se volverá más sencillo. Ten fe.