La patata es el cuarto cultivo para la alimentación del mundo. Fue domesticada hace unos 3.800 años en la ribera del lago Titicaca, entre Perú y Bolivia, expandida por los europeos que conquistaron America hace 500 años, y hoy pretende vencer los limites terrestres y llegar a Marte. El Centro Internacional de la Papa (CIP), en Lima, en colaboración con la NASA, quiere recrear las condiciones de Marte para desarrollar la tecnología necesaria con la que cultivar patatas para alimentar a los futuros astronautas.
Will Rust, director creativo de la agencia publicitaria Memac Ogilvy en Dubai, propuso la idea con el objeto de llamar la atención sobre la necesidad de producir especies de patata resistentes a condiciones medioambientales más duras, que además de ayudar en futuras misiones espaciales, podrían combatir el hambre en el mundo.
El Perú es el país con mayor diversidad de papas en el mundo. Cuenta con 8 especies nativas domesticadas y 2,301 de las más de 4,000 variedades que existen en Latinoamérica.
“El interés de llevar a cabo este proyecto en Perú se encuentra en que, por un lado, aquí tenemos el mayor número de variedades de patatas del planeta, con entre 4000 y 5000, y además contamos con el desierto de La Joya, que tiene muchas analogías con el terreno marciano”
-Julio Valdivia-Silva, investigador asociado del SETI en la NASA y líder del proyecto-
En enero se comenzará a poner a prueba el plan de las patatas marcianas. Sus investigadores pretenden que se transforme en un proyecto multidisciplinar que involucre a biólogos, expertos en geoquímica y electrónica, profesionales que serán muy necesarios para recrear las condiciones de Marte. El suelo de Marte tiene contenidos que resultan tóxicos para las plantas. Los percloratos, por ejemplo, son el tipo de sales que hacen posible que el agua fluya sobre el planeta a temperaturas bajo cero. Más adelante, será necesario que los científicos se preocupen por aspectos como la gravedad en Marte, un tercio de la terrestre. Esta circunstancia modifica las condiciones del intercambio de gases como el dióxido de carbono y el oxígeno en la planta y haría que creciesen más despacio.
Pese a lo anterior, un experimento realizado el 2014 en la Universidad Wageningen, en Holanda, demostró que es posible cultivar vegetales en Marte. Para la recreación del suelo marciano se utilizó tierra volcánica de Hawai y se plantaron 14 variedades de plantas.