El caso de las “mujeres de confort”, esclavitud sexual al servicio de los soldados japoneses, es un ejemplo más de los horrores cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. Más de 200.000 mujeres, en su mayoría surcoreanas, fueron víctimas de este crimen que salió a la luz en 1981, pero que fue reconocido por Japón 12 años más tarde. Las disculpas de Tokio llegaron sólo en el 2007, y aún así tuvieron que pasar algunos años más para que recién en diciembre del 2015, las autoridades de Japón y Corea del Sur sellaran el acuerdo con el que esperan pasar definitivamente esa amarga página de su historia.
El primer ministro Abe expresó sus más sinceras disculpas y arremetimientos a todas las mujeres que padecieron inconmensurables y dolorosas experiencias y sufrieron heridas psicológicas y físicas incurables. El acuerdo, ademas incluye un fondo de compensación de 1.000 millones de yenes (unos US$8,3 millones) para apoyar a las sobrevivientes. Corea se compromete a dar el asunto por resulto “final e irreversiblemente”, siempre que Japón cumpla sus promesas.
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Muchas de las víctimas murieron en los burdeles militares. Y la mayoría de las que pudieron regresar a casa, nunca llegó a escuchar una disculpa sincera por parte de las autoridades japonesas.
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En Corea del Sur quedan sólo 46 sobrevivientes, una de las menores tiene 88 años. Su nombre es Ok-seon, y como muchas, vive junto a otras víctimas en la “Casa de Compartir”, una casa de retiro de la ciudad de Gwangiu.
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“Somos muy viejas. Todos los años nos morimos, una por una. Y puede que la guerra haya terminado, pero para nosotros continúa, no ha terminado.Queremos que el emperador japonés venga aquí, se arrodille ante nosotros y pida perdón sinceramente. Pero creo que los japoneses están esperando a que nos muramos”
-Lee Ok-seon, una de las excavas sexuales-
Ok-seon cuenta que tenía 15 cuando fue raptada y enviada por la fuerza al noroeste de China, en ese entonces bajo control japonés. Antes, les había rogado a sus padres que la enviaran a la escuela, pero con una docena de hijos para alimentar no podían permitírselo. Al momento del rapto, trabajaba como empleada doméstica, lejos de casa.
Una vez en China, fue esclavizada sexualmente por tres años en una de las “estaciones de confort” instaladas por el ejército japonés para atender a sus soldados. Mujeres de China, las Filipinas Indonesia y Taiwán también poblaban esos burdeles militares, pero las coreanas constituían la inmensa mayoría. Dado que Corea estaba bajo ocupación japonesa y la familiaridad con el idioma, las surcoreanas resultaban particularmente “atractivas” para los “reclutadores” del ejército.
“Era como un matadero, pero no para animales, sino para humanos. Ahí se hacían cosas horribles”
-Lee Ok-seon, una de las excavas sexuales-
La mujer guarda cicatrices de puñaladas en sus brazos y piernas. Cada vez que intentó escapar del burdel la atraparon y la castigaron con golpes. Como resultado de esas palizas perdió parte de su capacidad auditiva, algunos dientes y quedó estéril.
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A Ok-seon no le gusta el nombre de “mujeres de confort” empleado para referirse a mujeres como ella.
“Me pregunto por qué nos llamaron así. No fuimos por voluntad propia, fuimos secuestradas. Me obligaron a tener relaciones sexuales con muchos hombres cada día”, dice.
-Lee Ok-seon, una de las excavas sexuales-
También le molesta que el fondo anunciado este lunes haya sido concebido como un fondo de ayuda y no como compensación directa a las sobrevivientes.
Otra de las víctimas, Yoo Hee-nam, también de 88 años, valora más positivamente el acuerdo.
“Si miro hacia atrás, me tocó vivir una vida privada de mis derechos más básicos como ser humano, así que no puedo estar completamente satisfecha. Pero durante todo este tiempo he estado esperando que el gobierno de Corea del Sur resuelva legalmente este asunto, y como trabajaron tan duro para sellar un acuerdo antes del final del año, me gustaría darle un voto de confianza al gobierno”.
-Yoo Hee-nam-
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*Este Post es una interpretación libre del medio BBC.