Los Cooper estaban devastados. Su labrador había desaparecido hace ya cuatro días y no había rastros de él. Pero Radar no era sólo parte de la familia, durante años también fue el perro de servicio, compañero y guardián de las hijas de los Cooper, Madeline y Sophia, que sufrían de un trastorno genético degenerativo y terminal que poco antes les había quitado la vida.
“Él es una de las únicas almas que guarda las mismas memorias y experiencias que nosotros”
–Carolyn Cooper–
Radar, su perro, era así una de las últimas memorias vivas de sus pequeñas niñas y pensar en perderlo a él también, simplemente les rompía el corazón.
“Él es completamente parte de nuestras vidas, y lo necesitamos de vuelta”
–Jason Cooper–
Pero justamente cuando estaban dando una entrevista al canal de noticias LEX18, sucedió algo completamente inesperado.
Allí a casi 1 km de distancia Jason vio una mancha amarilla y de inmediato comenzó a correr. Nada se interpondría en su camino, ¡ni siquiera una reja!
Y una vez que llegó, no pudo contener la felicidad al darse cuenta de que efectivamente era Radar al otro lado de la reja.
“Tenía esperanza, pero tenía miedo, esto es lo más increíble, no puedo creerlo”
–Jason Cooper–
Esta familia al fin está junta nuevamente. El reencuentro con Radar fue una especie de regalo de Navidad anticipado, el mejor que los Cooper podrían haber imaginado.