Te gusté, me gustaste. Salimos, fuimos novios, fuimos felices. Pero no funcionó. Éramos inmaduros. Qué se yo. Lo mismo puedo decirle a mi ex esposo. Ahora me escribes cosas lindas… Después de tanto tiempo…
Pero he ahí la diferencia. Yo ya tuve mi pareja y un hijo. Quizás sea cosa de recuperar tu orgullo volver a andar conmigo. Quizás sea cosa de saber cuán dañada resulté con esa relación por la cual se acabó la nuestra… Pero aunque tus intenciones sean buenas, no estamos en el mismo nivel.
Estoy preparada para seguir mi vida… Y he de decir que eso se lo debo a los hombres. A la ausencia de ellos, incluida mi ex pareja. Podría decirte que me harté de soledad, miedos, dudas, engaños y mala convivencia, como para plantearme la vida con otro hombre ahora que ese es mi estado natural. Y ahí encontré la paz.
La paz de saber que lo que haya en el tv es lo que YO decida. La paz de saber que el estropicio que dejé en el lavaplatos es mío y nadie me va a decir que lo lave apenas me levante de comer. La paz de comer en la cama si quiero, y dejar a mi hijo que desordene la casa tranquilo… No tengo que quedarle bien a nadie. Menos a un hombre que quiera verme de punta en blanco cuando yo lo que quiero es relajarme entre un pijama viejo y no preocuparme de mi apariencia un rato.
Y quizás tú me escribas buscando una nueva página en “nuestra” historia.
Pero ya no estoy para sumarle más páginas a mi vida. Porque entre otras cosas que tengo que hacer, están sacar adelante a mi hijo, conocerme, aprender a estar sola, y, por lo poco que he aprendido, sé que el amor da muchas alegrías, pero estoy más feliz sabiendo que estoy en paz sin acostarme a pensar dónde estará mi novio/marido, en qué status estará la relación, por qué tiene días sin aparecer… O si estará aburrido porque mi hijo va de lado a lado por la casa y yo no puedo ser una chica soltera sin compromiso, ocupada en sus cosas, cuando sólo me ocupo de mi hijo y sus necesidades. No hay mucho tiempo para mí… Menos para ti, que tienes los viernes y fines libres y seguro más de una vez vendrás a mi casa a verme lidiar con un nene ajeno a ti que no se quiere acostar, y tú con ganas de salir a quedar con amigos.
Simplemente no cuadramos…
Hubiese sido muy hermoso que yo, cuando pude, hubiese sido más selectiva, hubiese aprendido a lidiar con mi soledad, hubiese ido al gym, hecho amigos, me hubiese hartado de fiestas y alegrías, para haber sentado cabeza en una oportunidad más propicia. Más entrada en años, más independiente, y más agradada con esa versión mía de persona que aquella que me hizo el factor en común de cada ruptura que tuve.
Pero no salí invicta para escoger. Pero ahora escojo este estatus donde puedo sacar adelante a mi hijo, conocerme, rebajar los kilos de más, para verme yo al espejo y arreglarme para no impresionar a nadie. Y me impresiono a mí misma estando tan cómoda como estoy. Sin molestar a nadie, sin hacer a nadie partícipe de una vida que a veces me agobia, menos a ti, porque ni siquiera estás en una situación parecida, y no quiero volver a fracasar por no saber esperar el momento en el que quiera compartir con alguien algo que valga la pena. Incluido tú, si esas fuesen tus intenciones.
Quiero aceptarme yo misma sin maquillaje, para no esconderme de ti si un día no me arreglo.
Quiero ser más organizada, para que no llegue nadie a reclamarme mi desorden.
Quiero ser mejor madre, para que nadie llegue a reclamarme que mi hijo es un malcriado.
Quiero cuidar mi dieta, para no sentirme incómoda en mi propia piel.
Quiero estar sola, para que cuando algo no funcione entre tú, yo, quien sea, no vuelva a abatirme víctima de una depresión.
Quiero ser una mujer integral, segura de mí misma, hallar mi vocación, algo en lo que sea buena, aprender a usar tacones, tener el cabello larguísimo, probar estilos, enterarme de que me quedan sencillamente mal, sin que sea un hombre que me lo diga… ¡Quiero ser yo misma!
Y eso sólo puedo hacerlo yo sola. Porque si lo hago para agradarte, no voy a ser yo misma. Y cuando te vayas, voy a empeorar. Recordaré las desaprobaciones, las peleas, los malestares… Y sencillamente me diré que lo que hice no valió la pena.
Por eso, no te invito a tomar un café. Estoy mejorándome a mí misma. Y si te invito y algo pasa entre nosotros, vas a ver que aunque mi vida ha cambiado, en esencia soy la misma. Una mujer muerta de miedo, absorbente, displicente, rebelde, grosera, peleona, y esos son mis demonios internos. Tengo que luchar contra ellos. Y ni tú ni nadie puede hacerme luchar mi propia batalla.
Lo sé, me lo has dicho. Soy dulce, considerada, bella, tierna, de muy buen ver, pero, acaso siéndolo, ¿lo nuestro no se acabó? Lo nuestro, lo que tuve con otros… Determiné por las malas que debo cambiar…
Ojalá hubiese sido en tiempo más propicio. Estando sola, sin un hijo, pero nunca es tarde para hacerlo bien. Algún día lo sabremos… Y seguramente ya no estés escribiéndome… Pero eso ya no me va a afectar… Porque pienso ser alguien que se ame a sí misma, se acepte con sus locuras y defectos, y si alguien va a gravitar alrededor de mis propias energías, quiero que mis energías sean las mejores, uno debe convertirse en alguien que desearía tener en su propia vida.
No deseo arriesgarme a encontrarme con lo que fui alguna vez… Y por eso no te invito a tomar un café… Estoy trabajando en mí misma. Discúlpame, pues.