Estoy enamorada; completa y perdidamente enamorada.
El amor que hoy siento es de esos exagerados, de esos bien locos, que te enferman y te vuelven dependiente. Es un amor que se apodera por completo de mí, controla cada uno de mis pensamientos y gobierna hasta en lo más profundo de mi inconsciente.
Va conmigo a todos lados, jamás me abandona. Necesita estar en donde yo estoy, no puede perderse ni un segundo de mi vida. A donde yo miro, miramos. Nuestros ojos son los mismos y nuestras miradas poco a poco van aprendiendo a fusionarse.
Llegar hasta acá no fue fácil; yo no quería darle paso en mi vida. Despertaba en mí sentimientos tan extraños que me atemorizaba entregarme por completo. Pero fue inevitable. Se apoderó de mi ser y de cada una de mis emociones. Fue intenso; aún lo es, y sé que jamás dejará de serlo.
Estuve enamorada otras veces. Fueron amores que acarrearon diversos sentimientos, magnitudes e incluso locuras. Fueron; acabaron aún cuando pensé que jamás lo harían. Pero eso no es lo que va a pasar ahora.
El lazo que nos une va más allá de cualquier externalidad. Más allá de cualquier obstáculo. Nada podría sabotear esta intensidad.
Lo que nos vincula es tan abstracto, tan profundo, que se vuelve inefable. No podría explicarlo de manera concreta porque se extiende más allá de lo racional, porque nadie más sabe cómo nos correspondemos, cómo nos comunicamos.
Sólo puedo decir que estoy enamorada del más aburrido libro, de la más densa clase y de la más dura crítica; que estoy enamorada de cada letra, de cada espacio. Enamorada de los prácticos y los teóricos; de mis compañeros y de mis profesores. Desesperada por aprender y deseosa por aplicar.
Sólo puedo decir que estoy completa y perdidamente enamorada de mi carrera.