No sé tú, pero yo llevo tropezando durante años con el mismo tipo de hombre. Y no es que traiga un letrero en la frente que diga el historial que ha pasado a mi lado, pero por una razón u otra llegan y se quedan.
Al principio ni cuenta me daba, todo era color rosa con cada uno de ellos, pero al pasar los días, semanas, meses… me daba cuenta de que volvía a caer en eso que tanto me había costado dejar, y es cuando me pregunto ¿qué está pasando?, ¿por qué me enamoro de lo mismo?

Comienzo a buscar todas las virtudes y razones por las que me enamoré esta vez de esta persona, pero me doy cuenta de que ya con lo bueno no basta. Me doy cuenta de que vuelves a caer en esa relación que ya anteriormente dejaste atrás, que te costó llantos, discusiones, un desgaste emocional que es casi indescriptible, y a pesar de darte cuenta de todo esto, vuelves a dar una oportunidad al amor.

Porque… ¿qué tan malo puede ser? Si cada que lo veo hay una sonrisa en mi cara esperándolo, un corazón latiendo a toda prisa, y esa sensación de adrenalina por todo mi cuerpo (de ese tipo que sientes cuando subes por primera vez a la montaña rusa). Y es que ese sin fin de dudas que tienes guardadas en el estómago son muy difíciles de describir… pero te quiero decir que eso no es amor, eso que tanto buscamos no lo encontremos en las personas que sabemos que nos hacen daño. No quiero decir que sean malas, pero tú sabes que no son lo que buscas y necesitas.

Si te identificas con esto, respira hondo, y te invito a darte un tiempo a ti sola, a que te conozcas, a hacer algo nuevo; tomar una clase de cocina, leer tu libro favorito, ver todas las temporadas de Modern Family y reír a carcajadas, salir a caminar, adoptar una mascota, trabajar duro, practicar un deporte… Lo que tú sabes que te hace sentir bien retómalo, y vuelve a sonreír por ti misma, no por alguien más.
Ya sabes identificar qué es lo que tú quieres y qué te hace daño. Está en ti ser feliz.