Una historia de rebeldía ante la injusticia con un final de dulce y agraz
Hay momentos de la historia que quedan marcados por una fotografía o un suceso particular y este es el caso de la historia de Peter Norman, justamente quién parece no ser el protagonista de este momento conocido como el Saludo del Poder Negro en los Juegos Olímpicos de México de 1968.
Ese año las olimpiadas se produjeron en un clima de Guerra Fría y luchas sociales alrededor del mundo. En Estados Unidos, país de los protagonistas de esta historia, fue un año clave en la lucha por los derechos civiles para las personas de raza negra ya que justamente habían a asesinado a dos protagonistas de esta causa: Robert “Bobby” Kennedy y Martin Luther King. En México, por ejemplo, había una lucha estudiantil que terminó con una grave represión del gobierno de turno.

En la foto se ve a los atletas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos descalzos, con el puño en alto, con un guante negro y con la cabeza gacha como símbolo del poder negro y en protesta por el racismo en EE.UU. y el Apartheid en Sudáfrica. Esto lo hicieron mientras se entonaba el himno de su país en la ceremonia de entrega de medallas de la carrera de 200 metros planos. Smith había sido el ganador y Carlos obtuvo el tercer lugar en una increíble carrera:
Así fue el momento de la premiación:
Pero en este artículo hablaremos sobre el tercer hombre de la foto, quién parece quedar en un lugar secundario pero que al final fue tan protagonista como los otros dos.
Su nombre es Peter Norman, un atleta australiano que sorprendió a todo el mundo en aquella carrera de 200 metros planos. No sólo superó a John Carlos y le arrebató el segundo lugar en la recta final de la emocionante carrera, también hizo el récord de su país en esta especialidad. que todavía no ha sido superado.
Pero también saltaría a la fama por solidarizar con la causa de sus dos colegas y su increíble humildad. En su pecho, al igual que Carlos y Smith, llevó una insignia del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos, un movimiento de atletas que luchaba por la igualdad de derechos.

“Sabíamos que los que estábamos haciendo era mucho más grande que cualquier hazaña atlética y él dijo ‘me pararé junto a ustedes’. Yo esperaba ver miedo en los ojos de Norman pero en vez de eso vi amor”.
-John Carlos-
Recibieron sus medallas descalzos en representación de la pobreza que enfrentaban las personas de color. Usaron los famosos guantes negros como símbolo de la causa de las Panteras Negras. Pero antes de subir al podio se dieron cuenta de que sólo tenían un par de guantes negros. Norman sugirió que cada uno usara uno, por eso levantaron manos diferentes.
Después de su gesto político los jefes de la delegación estadounidense suspendieron a Smith y Carlos del equipo olímpico y de la villa donde estaban alojando en México. Cuando volvieron a su país tuvieron fuertes repercusiones e incluso se les amenazó de muerte. Con 11 récords del mundo, Smith sólo encontró trabajo lavando coches en un aparcamiento. Y su jefe le despidió porque nadie quería trabajar con él. La mujer de John Carlos se suicidó. El Comité Olímpico nunca les apoyó. “Destruyeron nuestras vidas. Todo por pedir que las personas seamos iguales”, dijo Smith en una entrevista al diario El País de España.
Pero el tiempo les daría la razón y se les reconocería su espíritu de lucha en defensa de los derechos humanos. Por eso la Universidad San Jose State levantó una estatua en su honor. Peter Norman no está presente en ella aunque dio un discurso en su inauguración.

Norman mismo, en un gran gesto de humildad, dijo que no quería estar presente en esta estatua para que cualquier persona que así lo quisiera pueda pararse junto a Smith y Carlos y defender su lucha.
Para el australiano también habría muchos problemas. En el país oceánico también había estrictas leyes de segregación racial, casi tan estrictas como Sudáfrica. Había tensión y protestas en las calles de Australia por fuertes restricciones a la inmigración no blanca y leyes discriminatorias contra los pueblos aborígenes del lugar, algunas de las cuales consistían en adopciones forzadas de niños nativos a las familias blancas.
Por eso mismo tuvo problemas en su país. Para las siguientes olimpiadas que se celebraron en Munich cuatro años más tarde Norman no fue seleccionado en el equipo de los corredores a pesar de tener uno de los mejores tiempos de clasificación y mantener el récord olímpico de los 200 metros en su país. Esto lo obligó al retiro y a practicar el atletismo a nivel amateur.

Hubo ostracismo hacia él y su familia en Australia. La prensa lo ignoró, lo trataron como a un extraño, y le era casi imposible encontrar trabajo. Durante un tiempo trabajó como profesor de gimnasia, sin dejar de luchar contra las desigualdades como sindicalista y ocasionalmente trabajó en una carnicería. Pero lo peor vendría en 1985 cuando una lesión en el tendón de Aquiles le provocó una gangrena que casi le hace perder el pie. Esto le trajo una horrible depresión y problemas de alcoholismo.

Para el año 2000 Sydney, una de las ciudades más importantes de su país, recibió los Juegos Olímpicos y fue ignorado por las autoridades australianas. Formó parte del evento después de haber sido invitado por los norteamericanos cuando se enteraron de que su país había renunciado a hacerlo.
Murió el año 2006 luego de un ataque al corazón. El día de su funeral Tommie Smith y John Carlos, sus dos colegas del podio en México 68, llevaron su ataúd en señal de respeto.

Tuvo la oportunidad del perdón durante toda su carrera si es que condenaba lo hecho por Smith y Carlos pero él se mantuvo firme con sus creencias. Australia recién en 2012 le ofreció un homenaje a este hombre. Su sobrino Matt Norman filmó un documental en su honor en 2008 llamado Salute.
Este texto es basado en un artículo escrito por el escritor italiano Roberto Gazzaniga.