Puede que suene egoísta, pero es la única manera que tengo para estar cerca de ti
Te lo digo así: mi interés en ser tu amiga no es real, soy tu amiga porque no me atrevo a ir más allá. No es que la amistad que hemos construido querido amigo no me interese, de hecho es amena en mi vida, pero lo que la hace atractiva es el hecho de que me gustes y no lo sepas. Así es, mi lucha interna por decidir si seguir o no como tu simple amiga.
A veces pienso que estoy perdiendo mi tiempo, porque en mi mente se cruza una frase cuando estoy contigo o pienso en ti, y dicha frase es: “la esperanza es la última virtud que se pierde” y en mi caso cada día y cada encuentro contigo mi esperanza desvanece, pero ella parece tan infinita que aún no se consume por completo.

Muchas veces me he dicho que me alejaré de ti, y tú sabes que soy especialista huyendo… pero contigo ha sido casi imposible. De hecho mis intentos fallidos de darme a la fuga y desaparecer para ti ya son más de tres y tú seguramente no lo has percibido. Me angustia verte y saber que en ti no inspiro más que una amistad, y afirmo esto porque es lo que reflejas, no me das inspiraciones ni ilusiones acerca si te gusto un poco, y esto vaya que lastima y frustra. No te imaginas la cantidad de veces en las que regreso a casa y la tristeza inunda mi alma y las lágrimas luchan por no rodar en mis mejillas después de compartir juntos una cena, una emocionante conversación sobre la vida y sus dilemas o una divertida película, y es en estos momentos en que me reprocho lo ingenua o estúpida que sigo siendo al mantenerme firme en esta amistad… amistad por simple gusto.

Pero el motivo de esta amistad no es tan sincero, no es que no me intereses como amigo de hecho hasta tienes un buen rol de “amigo” , pero es que me interesas más como hombre, me atraes, todo en ti me gusta hasta lo malo (y eso no me enorgullece mucho), siendo sincera “esta amistad no es sincera” es una total farsa, quizás soy tu amiga porque me gustas y es aquella mínima esperanza que late dentro de mi ser que me impulsa a visitarte, llamarte y buscarte para compartir contigo hasta lo más simple de la vida y de hecho culpo a la maldita esperanza que no desaparece en mí, por mis lágrimas ya derrochadas en la frustración que le ocasionas a mi ego, al parecer un inalcanzable para mis labios y mi amor.

Podría culparme por no decirte de frente que me gustas, y que me gustas como hace ya mucho tiempo nadie me ha gustado ni me ha interesado, pero mi realidad es otra, me abruma la carencia de expectativas y posibilidades que tengo para imaginarme tu reacción ante semejante hecho, pero tu persona no me da alternativas para manifestártelo. Y es triste conformarme querido amigo, pero esta amistad se mantiene quizás porque me gustas y aprendí a lidiar tristemente con ello.