Luke Howard, un farmacéutico inglés que dedicaba su tiempo libre a un pasatiempo tan cotidiano como la meteorología, fue quien desarrolló la nomenclatura de las nubes. Gracias a sus aportes se creó un sistema de clasificación que prácticamente permanece vigente desde el siglo XVIII hasta la fecha. Quedarse quieto para observar el cielo no es algo improductivo en todos los casos, incluso el historiador y escritor Richard Hamblyn le dedicó el libro The Invention of Sky (La invención del cielo) a los hallazgos de Howard.
El portal especializado en educación TEDEd resume en el siguiente video los planteamientos que hace Howard gracias a que había estado obsesionado por las nubes y el clima desde la infancia:
Howard identificó tres formas básicas en todas las nubes y propuso para ellas nombres en latín:
1. Cirrus (fibra o cabello)

2. Cumulus (montón o pila)

3. Stratus (capa o lámina)

No podían llamarse María, Natalia o Laura. No. Sin embargo hasta poetas como J. W. von Goethe y Percy Shelley se inspiraron en este bautizo cósmico para escribir sobre las nubes.

A partir de este trío, Howard creó un sistema más complejo que llegó a incorporar incluso 10 tipos de nubes.

Y así se dio un primer paso muy importante en una área de estudio relativamente reciente: la meteorología.
