¡Al fin!
Cuando días atrás el integrante de “One Direction”, Harry Styles, preguntó a su público en un concierto si les gustaban los delfines, la multitud coreó un gran “síiiiii” al unísono y el artista señaló frente al micrófono “entonces no vayan a SeaWorld”, aludiendo al famoso parque acuático de Estados Unidos. SeaWorld había ya entrado en polémicas el año 2013, cuando el documental “Blackfish” sacó a la luz una serie de irregularidades en el trato de los animales marinos, en especial, de las orcas.
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Esta misma controversia, llevó este año a desatar otra polémica. Desde el año 1997, SeaWorld ha estado esperando la aprobación de una solicitud hecha por el Acuario de Georgia para importar 18 ballenas beluga salvajes, capturadas en Rusia. Esto porque, debido a un contrato de préstamo de cría, varias de las ballenas habrían ido a parar en los tanques del famoso parque acuático.
En un principio, la petición fue denegada por la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), pero el Acuario de Georgia ha apelado. Y, mientras esto sucede, SeaWorld ha cambiado radicalmente su postura, intentando blanquear su reputación: no aceptarán ballenas capturadas en hábitats salvajes, ya que abogan por la preservación de esta especie. Es decir, su nueva postura representa una evolución positiva respecto al proyecto iniciado hace ya más de ocho años, probablemente, a causa de la presión pública generada desde el estreno de “Blackfish”.
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Más allá de las intenciones finales de SeaWorld, nos alegramos de que ballenas que han crecido libres en el océano permanezcan allí y no vayan a parar a tristes tanques de exhibición. Tal como señala el científico de mamíferos Naomi Rose, esperamos que algún día el modelo de negocio del parque acuático también evolucione y deje de contemplar el cautiverio de estos enormes animales.
¡Qué las ballenas vivan libres en el océano!