Si, duele. Pero llega un momento en el que tienes que mirar por ti y por nadie más. Siempre has sido una persona con tus pilares firmes y claros, tanto que quizás asustan. No todo el mundo soporta a una mujer libre, con carácter, orgullo y un amor propio tan difícil de superar que evita tanto dolor…
Pero diste parte de estos tesoros tuyos y, después del robo, te has sentido perdida. Es normal cuando entregas tus pilares a alguien y éste, decide demolerlos, dejándote en reformas. Pero tranquila que ya está, los estás recuperando y muy rápido. Siempre has fascinado a todo el mundo por lo fuerte que eres, y una vez más, me sorprendo…
Pequeña de las dudas infinitas, es el momento de volver a ser una mujer indomable, retomar tus riendas y dejar de lado el dolor ligado a sentimientos. Vuelves a ser tú y no sabes lo orgullosa que estoy. Recuerda que “quien te quiere te lo demuestra y quien te pierde, se arrepiente”.
“Soy una mala mujer. Porque no me dejo, porque no me quiebro, porque me sacudo las lágrimas, me acomodo el escote y sigo para adelante, por eso soy una mala mujer. Porque no nací sumisa, callada, quita y frágil, sino soberbia, entrona y estridente, porque cuando llego se nota y cuando me voy se siente”.