En el Museo Inglés de Vida Rural (MERL) se esperaban todo menos esto. Un curador del museo encontró en una antigua trampa para ratones, a un pobre y pequeño ratón que se metió donde no debía. La trampa tenía nada más y nada menos que 150 años, lo que ha sorprendido por obvias a razones, a muchas personas. Nadie esperaba que una trampa tan antigua con una gran capa de polvo encima pudiera hacerle algo así a un ratón que tuvo mala suerte.


Lo que más ha generado curiosidad, es el tecnológico mecanismo de la trampa patentada en 1861 por Colin Pullinger & Sons of Silsey.
Este funciona con un “sube y baja” o balancín. Para caer dentro de la trampa, un ratón debe caminar a lo largo de una tabla interna; su peso mueve el balancín, dejándolo atrapado en la parte inferior de la caja.


Otro hecho curioso es que la trampa tenía una etiqueta que decía: “Perpetual Mouse Trap”(Trampa de Ratón Perpetua) y “will last a lifetime” (durará toda la vida).
Y no se equivocaron, pues pasaron 150 años y la trampa aún funciona a las mil maravillas. Y no es que nos guste que el ratón haya terminado así su vida, pero la verdad es que en un museo no se pueden dar el lujo de tener pequeños roedores que destruyan antiguas y valiosas piezas.


Después de pensarlo bien, en el MERL decidieron honrar la vida del ratón, conservándolo y exhibiéndolo como parte de las nuevas exposiciones que llegarán.
“Y es seguro decir que ese ratón será el frente y centro”. (de las exposiciones)
–MERL–

Lo sentimos por el pequeño invasor, pero hay que darle crédito a esta tecnológica creación de 150 años.