Quantcast
Channel: Upsocl
Viewing all articles
Browse latest Browse all 55350

Perdieron a su hijo en un trágico accidente. Lo que ocurrió dos años después es para emocionarse

$
0
0

Jaime y Andrea son una pareja que perdió a su hijo trágicamente en un accidente de tránsito. El joven se llamaba Pedro y tenía sólo 16 años. Era hijo único, le gustaban los animales, la naturaleza, la música y recorrer países extranjeros. Su muerte dejó un vacío muy grande en la familia. Ninguno de los dos se ha podido recuperar emocionalmente. El texto a continuación, es el relato de Jaime sobre sus sentimientos; también sobre el hecho mismo que llevó al fallecimiento del menor. A pesar de lo oscuras que pueden ser sus vidas ahora, recientemente se encontraron con una sorpresa que los llenó de gozo. Conócela aquí:

Pedro era mi vida. Lo quería más que a cualquier cosa. Y lo sigo queriendo de la misma manera. Todavía no me acostumbro a que no esté y creo que nunca podré sacarme su imagen de la cabeza. Ni yo ni Andrea podremos decir adiós a sus sonrisas, a sus conversaciones y a todo el tiempo que pasamos en familia. Han pasado 2 años desde que ocurrió el trágico accidente en donde un bus lo atropelló en plena calle. Al parecer, Pedro cruzó sin mirar y entonces sucedió lo que nos dejó devastados.

El día de la tragedia, Pedro había ido a ver a su novia Valentina. Pasó todo el día con ella y llamó antes de irse para avisarnos que llegaría a tiempo para la cena. Le dijimos que no se apurara, que podíamos esperarlo y que disfrutara de sus últimos día con ella, ya que la semana siguiente nos iríamos de vacaciones familiares. Como no volvimos a saber nada de él, pensamos que se había tomado nuestras palabras en serio. Pero era raro; todo era muy raro, porque Pedro siempre volvía a la misma hora.

Fue a las 3 de la mañana que recibimos una llamada. Era la policía y el tono en el que hablaba el agente nos hizo entender que había ocurrido algo muy grave. Encendimos el coche y llegamos lo más rápido que pudimos a la intersección de calles. Cuando vimos que había un bulto cubierto por una bolsa y conos naranjos brillando por las luces de una ambulancia, Andrea se desmayó en mis brazos. Yo también caí pero no perdí el conocimiento. Me quedé sentado, con mi mujer encima, viendo cómo los policías y los del servicio de salud hacían los trámites correspondientes. Después comencé a llorar y entonces se acercó un agente para ayudarnos.

El funeral fue lo más triste. Sus amigos volvieron de los lugares de veraneo y nos dieron mucho cariño. Era un día nublado y se mantuvo así todo el resto de la semana. Con el tiempo el dolor va cambiando de forma, es como un oleaje raro que azota con diferentes intensidades. Depende de factores de la realidad; como por ejemplo encontrar algo que era de Pedro, oír una canción o pasar por un lugar que a él le gustaba. Sin embargo, ese sufrimiento también tiene su lado interno difícil de explicar. No tiene relación con nada más que con la propia herida. No se puede controlar y puede hacerse presente sin aviso alguno.

Me gustaría contar algo que nos emocionó como pareja. Ayer estábamos cenando con Andrea, veíamos las fotos de nuestro hijo y recordábamos cuando era pequeño. Entonces recibimos una llamada. Era la policía. El sólo escuchar ese tono seco, formal y explicativo, me dejó igual de helado que hace dos años. Me dijeron que tenían algo que nosotros debíamos ver. Pensé en preguntar qué era, pero no lo hice. Esta mañana fuimos a la comisaría, nos hicieron entrar y nos sentaron en una mesa. El oficial que nos atendió hablaba poco. Se limitó a traer un televisor y a ponerle play al aparato que tenía arriba. Comenzó un video: era una cámara de seguridad que mostraba a Pedro caminando, estaba feliz.

El video continuó y de pronto apareció un perro caminando por la mitad de la calle. Llevaba algo oscuro en la boca y Pedro se quedó observándolo. Cuando la escena se iluminó por las luces de un coche, una expresión de terror se formó en la cara de nuestro hijo. En ese momento, él no lo dudó, corrió hacia el animal con la mayor de sus fuerzas. No vimos cómo sucedió el accidente, el oficial omitió esa parte. Pero sí vimos la situación desde otro ángulo. El perro estaba a salvo, lo que llevaba en su boca era un cachorro, ambos habían sobrevivido gracias a Pedro. El animal se quedó mirando la tragedia, su cachorro escapó por el ruido. Y se quedó quieto, en la vereda, un tiempo extremadamente largo, como si lo entendiera todo, como si sintiera compasión.

Eso nos emocionó y por ahora estamos en paz. Nuestro hijo fue un héroe. Quizás algunos no entiendan lo valioso de su acto, pero yo sí estoy seguro y orgulloso de su valentía. Yo y Andrea, la noche del accidente, nos desplomamos muy cerca de donde estuvo parada la perra luego del choque. Incluso creo que recuerdo que ella mencionó, mientras estaba en mis brazos, unas huellas pequeñas, rojas, seguramente por la sangre. Ese detalle que podría parecer tétrico, ha cobrado para mí un sentido muy profundo. Se trata de la vida. Pedro murió salvando a otro ser vivo. Siento que no puedo amarlo más de lo que ya lo hago, pero el amor aumenta cada día más. Lo recordaré siempre, Andrea y yo, así será.

¿Qué te pareció la historia?


Viewing all articles
Browse latest Browse all 55350