Cuando Katie L. fue a la tienda de mascotas cerca de su hogar a comprarle alimento a su perro, terminó llevándose algo más que el saco de comida a casa. Mientras paseaba por los pasillos de la tienda Big Box Pet Store, le llamaron la atención unos pequeños recipientes que había sobre uno de los estantes. Dentro de ellos había peces, pero para uno de los inquilinos de los frascos todo parecía indicar que era muy tarde: su cuerpo flotaba sobre la superficie del agua, inmóvil.

Indignada ante tal escena, tomó el pequeño envase plástico para alegar a los encargados de la tienda que por lo menos se deshicieran del pobre pez muerto que mantenían en exhibición, pero para su sorpresa, apenas tomó el recipiente el pequeño pez dio leves señales de vida.
Katie entonces pidió hablar con el encargado de la tienda y le presentó sus inquietudes: ¿Cómo era posible que dejaran que las cosas llegaran hasta ese punto? ¿Acaso la vida de un pez no era lo suficientemente importante como para mantenerlo en mejores condiciones? ¿Tan desechables los consideraban?
No me imagino exactamente qué le dijo esta joven al hombre, pero él le dijo que podía llevarse al pez de la tienda sin ningún cargo. Antes de irse con él, Katie recuerda haberle dicho al hombre:
“Si va a morir, al menos será en agua limpia”
–Katie–

Katie confiesa que no creía que el pequeño pez sobreviviría, sobre todo después de ver lo débil que se encontraba. Pero una vez que llegó a su casa, lo puso en un acuario plástico que tenía –ya que había tenido otro pez como mascota antes– y le colocó un poco de medicina al agua pensando en que no perdía nada con intentar ayudarlo. Así, inesperadamente, el pez comenzó a recuperarse.
“Estaba flotando de lado en la superficie del agua cuando lo traje. Pero después de dos días, se las arregló para estar mejor. Le tomó cuatro días comer algo, pero lentamente sus aletas comenzaron a crecer y ganó la habilidad de controlar hacia dónde nadaba. Se mejoró bastante rápido. Después de 10 días lo puse e un tanque de diez galones y allí fue cuando realmente comenzó a estar mejor. Fue genial”
–Katie–

Las áreas oscurecidas que tenía en su cuerpo y lo hacían ver marrón comenzaron a desaparecer, y pronto se mostró como un pequeño con bastante energía. Así se veía para el día 22 tras su rescate.

Y luego se convirtió en este hermoso pez betta de intenso color burdeo.

Muchas personas creen que los peces sólo son mascotas desechables, me alegra que esta joven les haya demostrado lo contrario.