Nos pasamos la vida cuestionándonos porque otros no responden a nuestro llamado con la misma importancia y urgencia que lo hacemos nosotros. Muchas veces dudamos de nuestra capacidad para tener y mantener relaciones, a veces hasta para mantener una conversación. Todo se resume en una palabra… miedo. Sí, esa sensación que nos paraliza y nos lleva a pensar que sin esas personas a nuestro lado no podemos lograr nada. Ese sentimiento tan vil que nos hace pensar más en otros que en nosotros mismos. A dar todo lo que tenemos por miedo a la soledad, al rechazo, a lo que pueda venir. Ese sentimiento que no nos permite vivir el presente sin atormentarnos con el pasado y llevándonos a no querer llegar al futuro.
Pero ha llegado el momento de enterrar ese sentimiento que sólo nos mantiene estancados. ¿Cómo? ¿Es posible enterrar sentimientos sin enterrar recuerdos? Suena complicado, pero, recordar sin dolor es parte del proceso de sanación. ¿Por qué seguir buscando a esa persona que teniéndote en sus contactos no te escribe, que teniendo tu número de teléfono no te llama, que sabiendo donde vives no te visita, que teniendo amistades en común, no pregunta por ti? Duele saber que nosotros daríamos todo por ese amigo, y qué difícil es darte cuenta que no es algo mutuo. Por eso es necesario enterrar el miedo y junto con él todo aquello que nos impide cerrar este capítulo de nuestra vida, para comenzar a escribir uno nuevo.
Como en toda pérdida experimentaremos tristeza, coraje, angustia, dolor, pero llegará el momento de la aceptación. Es difícil aceptar que algunas personas sólo serán parte de nuestra vida por un periodo de tiempo; debemos aprender a reconocer cuándo ese tiempo ha terminado. Pero a veces somos tan dependientes, que no queremos soltar lo que tenemos aunque nos haga daño por miedo a lo que vamos a experimentar más adelante, sin importar lo bueno que sea. Hoy te invito a que hagas una introspección. ¡Sí! Evalúate, busca muy dentro de ti aquellas cosas y personas que hoy no están a tu lado, pero, que tú no quieres dejar ir.
No permitas que el pasado se apodere de tu presente. Esas personas, cosas, sentimientos, seguirán a tu alrededor, se sentarán contigo en la mesa, compartirán experiencias, pero ya no te harán daño, porque has decidido avanzar. Quizás al principio sea difícil, pero a medida pase el tiempo te darás cuenta de lo feliz que eres. Recuerda, nadie que no está contigo en las malas, merece estar a tu lado en las buenas. No se trata de egoísmo, ni de creerse el mejor… se trata de dignidad y amor propio, y eso mi querido amigo, ¡vale más!