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Dejemos de criticarnos las unas a las otras

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Toda la vida nos han enseñado a comportarnos como damas delante de un hombre, pero nunca nos enseñaron a portarnos cómo hermanas. La mayor lucha que ha tenido la mujer desde 1975 no ha sido contra los hombres en su búsqueda de la igualdad, no, lo que en realidad ha detenido a la mujer han sido otras mujeres. Sin importar la preferencia sexual de estas, siempre ha existido una rivalidad dañina entre nosotras, llena de envidias, amigas que no son amigas, que jamás se pueden alegrar un 100% de los logros de una y que sienten una ligera satisfacción en la desgracia de la otra.

Tenemos un concepto de amistad distorsionado, algo que los hombres jamás podrán entender y algo por lo que les debemos de envidiar. Claro que esto ha sido algo de toda nuestra existencia, pero no fue hasta esa fecha en la que la mujer decidió buscar la igualdad que hizo más obvia nuestra situación. El punto de vista de una feminista extrema es que la mujer cuando tiene un hijo es como si perdiera su vida, que bien podría morirse en ese momento y tendría el mismo efecto. Un poco drástico, ¿no crees? Cuando por otro lado una mujer, por decir, “machista” (lo pongo entre comillas porque me parece un termino erróneo ya que una mujer machista es aquella que deja que un hombre la humille de todas las formas posibles y aun así, lo coloca en un altar) te diría que con todo y las dificultades que tiene, tener un hijo es lo mejor que le puede pasar a una mujer, que es algo que te da vida. Ambas opiniones son respetables, no podemos juzgar a una por no tener el muy común deseo de fertilidad que está por naturaleza en una mujer o a la otra por cambiar sus sueños, ambiciones y carrera por un hijo, el cual al final del día termina por ser su sueño; pero lo que sí podríamos hacer es tratar de combinarlos y tratar de dar una mejor educación a las próximas generaciones y enseñar que todo tiene que pasar en su debido momento y en la debida circunstancia.

Tenemos que dejar de competir entre nosotras, dejar las críticas a un lado, al final del día no hay una que esté mejor que la otra, son opiniones diferentes, está bien ser una mujer moderna, así como está igual de bien ser una mamá. Son aspiraciones completamente diferentes y ¿por qué una mujer deja de ser mujer por no querer tener hijos? o ¿por qué devaluamos a la que quiere dedicar su vida a formar una familia? Las dos tienen el mismo mérito, las dos trabajan igual y ninguno es más fácil que el otro, en uno tienen que trabajar para sobresalir en un mundo de hombres y en el otro tienen que trabajar para educar y cuidar de sus hijos, las dos luchan por algo. Sería más fácil que a esa lucha le quitáramos nuestra competencia y mejor nos apoyáramos y nos concentráramos en lo que realmente importa, que no es descubrir cómo es posible que exista una mujer que no se quiera casar o que en esta época siga habiendo mujeres que se casan a los 23 años, no, esto es una banalidad enorme, lo que realmente importa es quitarnos el titulo de “género débil” porque en realidad somos nosotras las que aguantamos todo desde el dolor de un parto que siente una madre hasta las interminables horas de estudio y trabajo por las que tiene que pasar una abogada, ingeniera, arquitecta, periodista, doctora, financiera, maestra, policía, entre otras.

Todas valemos lo mismo, tenemos la misma importancia y ya es hora de que nos demos cuenta del error tan grande en el que nos encontramos. Otra forma en la que encontramos este conflicto es que cuando una mujer se arregla, en su mayoría y sin generalizar, se suele arreglar para impresionar (causar envidia) a otra mujer, no para impresionarse a sí misma a la hora de verse en el espejo y darse cuenta de todo su potencial, ni siquiera para impresionar a un hombre, LA MUJER SE ARREGLA PARA IMPRESIONAR A OTRA MUJER, esto es algo que nos tendría de dar vergüenza, nos deberíamos de sentir fatal de encontrarnos en la desesperada situación de competir hasta en ese punto.

¿De qué se trata? ¿De ser la más guapa? ¿De ser la que más liga en una noche? Y si es como lo planteo, ¿qué fue lo que nos llevó a este nivel de superficialidad? ¿Cuándo olvidamos que una persona es valorada por su interior, sus logros, sus valores? Tenemos que dejar las envidias a un lado empezar a apoyarnos porque si no lo hacemos nosotras, ¿quién lo va a hacer?


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