Cuando su gatita nueva saltó alrededor de las 4 am sobre ella y comenzó a maullar fuertemente, Carmen Calleja no le dio mayor importancia. La acarició y se dio media vuelta para volver a dormir, probablemente la gatita sólo estaba exigiendo un poco de cariño. Pero Brisa, la gata, no se dio por vencida y continuó maullando y tratando de llamar su atención.
“No era normal cómo estaba la gata, así que al final me desperté por completo y fue cuando noté el olor a quemado. Supongo que fue el instinto de supervivencia, que venía a buscarme para darle protección y para alertarme y escapar”
Al sentir olor a quemado, Carmen supo que algo andaba mal. Despertó a su marido y su hijo y cuando comenzaron a bajar las escaleras notaron la espesa capa de humo que llenaba todo el salón. La cantidad de humo era tal, que apenas podían respirar. Pronto lograron identificar de dónde provenía el fuego: un sillón de la sala de estar estaba quemándose. Alguien había dejado sobre él una manta eléctrica y probablemente había olvidado apagarla.

El marido de Carmen entonces se apresuró a coger el sofá y llevarlo hasta el jardín donde lograron apagar las llamas con rapidez. Ahora todos estaban de acuerdo de una cosa: si no hubiese sido por la veloz alerta de Brisa, esta historia habría tenido un desenlace trágico.
“Gracias a que nos despertó la gata, porque si no hubiésemos inhalado el gas que había en el ambiente quedándonos inconscientes. Habríamos tenido lo que llaman la muerte dulce, que ni te enteras”

La familia, que hace unos meses había adoptado a Brisa en el refugio de la asociación Ourense Animalista, en Galicia, estaba tan agradecida de su gatita que no dudó en contarle la historia de lo sucedido a la organización. Y entre las personas que se enteraron de esta heroica acción de la pequeña gata, estaba la mujer que había dejado a Brisa en el refugio.

¡Los superhéroes no siempre llevan capa!