Alan sufría depresión. Era el blanco de burlas y a diario le hacían comentarios sobre “cómo podía ser hombre teniendo pechos de mujer”. Lo empujaban, lo tiraban. La pregunta de “¿Cómo es que te llamas Alan si tienes tetas?”, era recurrente. Es por eso que el 24 de diciembre tomó algunas pastillas, las mezcló con alcohol y se quitó la vida.
Este chico -que había sido el primer menor transexual de Cataluña en obtener un cambio de identificación acorde con su nuevo sexo – fue víctima de acoso desde los 14 años, cuando se atrevió a decir que era lesbiana y a ir de la mano de su novia. En respuesta le dijeron ‘marimacho’, ‘lesbiana de mierda’.
Su madre Ester Albert Cusso afirmó a El Mundo:
“Mi hijo no se ha suicidado porque sí, ha sido víctima de un crimen social. Una cadena de gente se ha reído de él a lo largo de su vida. Es la lacra del acoso que persigue al diferente. Y mi hijo lo era”.

A Alan le gustaba hacer el bien. Ayudaba a niños autistas, gente con síndrome de Down o ancianos. Pero el acoso que recibía era intenso desde su pubertad. Los otros chicos llegaron a decirle ‘Primero murió tu primo, ahora tú‘, en referencia a su familiar que había fallecido recientemente, cuenta la madre.
Las burlas poco a poco lo fueron debilitando y comenzó a hacerse daño físico; se cortaba e ingería algunas pastillas. Hasta que el 24 de diciembre de 2013, dos años exactos antes del calendario de su muerte, Alan ingresó en el hospital con un diagnóstico de depresión mayor.
Alan pasó el resto del curso entre el hospital y el centro de día. Su madre cuenta que Alan “me decía que le daba miedo volver al instituto, que en el hospital todo el mundo lo aceptaba”. Los padres hicieron lo posible para ayudarlo cambiándolo de instituto y diciéndole que todo sería distinto.
Salió del hospital y comenzó un curso de superación. Solo nueve días después regresó por lesiones en brazos, ingesta de pastillas y acoso que no soportaba. Sin embargo, en otro impulso de motivación, en abril de 2015 Alan tomó la decisión de ser Alan.
“Se sentía chico. Estaba muy animado. Iniciamos los trámites para el cambio de nombre y dijo que le llamáramos Alan, como su gata al revés. En el hospital, en la familia y en los amigos se presentó públicamente como Alan. Yo fui al instituto y les dije que Alan era transexual. Pedí a la dirección y los profesores que los alumnos debían saber que Alan era un chico y que nadie debía conocer con qué género había nacido. Lo aceptaron perfectamente”.
-Ester-

Comenzó el curso bastante bien pero el acoso regresó. Lo insultaban, lo empujaban, lo golpeaban, le levantaban la camiseta y le decían que cómo era posible que fuera por la vida de hombre cuando tenía tetas. Entonces el 24 de noviembre, un mes antes de su muerte, volvió al hospital y ya no pretendía regresar a la escuela. Como ya se acercaba la época navideña en el centro de apoyo le dijeron que no podía ir diario. Lo citaron para el 24 de diciembre y luego 7 días después, para el 31 de diciembre. Día que no llegó para el joven.
La mañana del 24 diciembre habló con una psicóloga quien llamó a sus padres para decirles que el muchacho estaba muy triste. Les recomendó que pasaran esa fecha juntos.
La madre dice que seguramente se sintió desprotegido sabiendo que no podía ir allí todos los días. Por lo que en la tarde se tomó unas pastillas antiguas que ya no tenía prescritas y que tenían guardadas bajo llave y bebió alcohol. Se le paró el corazón.
Ester comunicó a la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis la muerte de su hijo. La organización a su vez realizó ocho concentraciones para condenar la muerte de este joven por acoso escolar. Y en las redes sociales de España se creó el hashtag #YoTambiénSoyAlan.
Autoridades de Cataluña iniciaron una investigación sobre sus últimos días. Sin embargo el daño está hecho. El acoso y la violencia contra el chico lo llevaron a no encontrar otra opción más que la muerte. A pesar de que la sociedad presume estar abierta a estos temas, su percepción se ve reflejada en sus hijos, quienes no miden las consecuencias de sus actos o palabras.
Palabras que en esta ocasión terminaron con la vida de Alan, que solo quería ser igual a los demás.
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