Cuando aún no somos padres, es muy típico que al divagar pensemos en todas las cosas que NO queremos hacer. En especial en estos tiempos, donde las cosas cambian muy rápido, lo que un día fue una excepción, mañana es un deber. Que no permitirás que se consuman en aparatos electrónicos, que no repetirás lo que crees que fueron errores en tu madre, o en gente que conoce… claro, uno no puede juzgar al otro hasta que está en la misma situación, en especial cuando se trata de un niño/a llorando.
1. Gritar o perder el control
No es la gracia gritarle a nadie, menos a tu hijo. Pero cuando llegas a ese punto en que tus palabras parecen no llegar a sus oídos, por lo que alzar la voz en un acto de desesperación, es inevitable. Nadie dice que sea la regla, pero es totalmente comprensible que se acabe la paciencia. Más que enojarte, lo que quieres, es llorar.
2. Comprarle todo lo que quiere o consentir en general
En especial con el primero, más cuando estás tan embelesada (o harta) con sus peticiones, que accedes a todo: dulces, juguetes, contarle 5 cuentos antes de dormir. Luego te das cuenta de que pudiste haber superado un poco el límite, y pasaste a la categoría de “hijo malcriado”.
3. Darles comida chatarra
No quieres que tus niños se acostumbren a patatas fritas y hamburguesas, o caramelos. Cuando estás pasando fuera de un lugar de comida rápida, miras con ojos de emoción, pensando en la idea de un delicioso combo en tu estómago y… hasta ahí llegó tu ética y orden alimenticio.
4. No dejarlos usar equipos electrónicos
Tú puedes no dejarlo, pero ¿qué sucede hoy que todos los niños tienen cuentas de Facebook, entre otras cosas? Eventualmente querrás hacer algo en paz, y prenderás el televisor, o pasarás tu smartphone sólo para que deje de llorar. De todos modos al entrar a la escuela lo hará. O eso te dices para estar tranquila.
5. Que duerma en tu cama
Por más tentador que suene, no quieres que se acostumbre sólo a dormir contigo. Eso te lo replanteas cuando debes levantarte 5 veces en la noche para calmarlo y hacerlo dormir de nuevo. Ahí, todo se va al demonio y lo metes en tu cama, para dormir acalorados, pero tranquilos.
