Sentimos un dolor devastador que puede ser paralizante cada vez que somos rechazados: Cuando nuestra pareja rompe la relación, cuando nos despiden del trabajo, cuando nuestros amigos son indiferentes o nuestras familias censuran nuestro estilo de vida. Pero también nos sentimos vulnerables con rechazos de pequeña importancia. Gracias a la comunicaciones electrónica y las redes sociales, hoy en día estamos conectado con miles de personas a la vez. Que un amigo no le ponga “Me gusta” a tu foto de vacaciones o que tu novio no te conteste por Whatsapp si ya vio el mensaje, también produce la vulnerabilidad y el dolor asociado al rechazo.
La respuesta a por qué el rechazo daña nuestro estado de ánimo y autoestima, la respondió un grupo de científicos: Nuestros cerebros están diseñados para responder de esa manera.
Para el estudio, un grupo de personas fue observada por máquinas de resonancia magnética funcionales, mientras recordaban un rechazo reciente. Lo que ocurrió fue sorprendente: las áreas del cerebro que se activan cuando experimentamos rechazo son las mismas que cuando experimentamos dolor físico. Es por eso que los pequeños rechazos duelen más de lo que pensamos que deberían, provocan literalmente (aunque, también emocionalmente) dolor.
Los psicólogos evolucionistas creen que todo empezó cuando éramos cazadores-recolectores que vivían en tribus. Ya que no podíamos sobrevivir solos, ser desterrados de la tribu significaba prácticamente una condena de muerte. Como resultado, desarrollados mecanismos de alerta temprana que nos avisaran cuando estábamos en peligro de ser expulsados. Sentir un dolor tan fuerte como una herida mortal hacía que fuéramos más propensos a cambiar nuestro comportamiento y pudiéramos quedarnos en la tribu.
El rechazo de otros provoca olas de ira y agresión, y perturba nuestra necesidad de “pertenecer”. Sin embargo, y por desgracia, la mayor causa de rechazo suele ser auto-infligida. Muchas veces la respuesta natural al ser abandonado, o recibir la indiferencia de otros, es una autocrítica psicológicamente destructiva.
La buena noticia es que hay formas mejores y más saludables para responder al rechazo. Aquí van algunos consejos para calmar el dolor emocional y reconstruir nuestra autoestima:
1. Tolerancia cero con la autocrítica:
Nos equivocamos cuando nos castigamos revisando todos nuestros defectos para descubrir qué produjo el rechazo. Es positivo repasar los hechos para considerar lo que se debe hacer de manera diferente en el futuro, pero por ningún motivo pensar : “¡Soy un perdedor!”.
Otro error es asumir el rechazo como algo personal. La mayoría de los rechazos, ya sea romántico, profesional, e incluso sociales, son circunstanciales. Buscar exhaustivamente las propias deficiencias para entender por qué no “funcionó”, no sólo es innecesario, sino también engañoso.
2. Reviver tu autoestima:
La mejor manera de aumentar la autoestima después de un rechazo es afirmar aspectos de ti mismo que sabes que son valiosos. Haz una lista de cinco cualidades que en perspectiva son importantes o significativas. Selecciona una y escribe un párrafo o dos sobre por qué dicha cualidad es importante para los demás y cómo se manifestaría en una situación pertinente.
3. Anima tus sentimientos de conexión social:
Como animales sociales, necesitamos sentirnos queridos y valorados por los diversos grupos sociales con los que nos relacionamos. Cuando el rechazo de una persona o grupo en particular afecte a tu necesidad de pertenencia, recuerda que hay muchas otras personas que se preocupan por ti. Gente que te quiere y a la que tu le das alegría.
El rechazo nunca es fácil, pero saber cómo limitar el daño psicológico y reconstruir tu autoestima, te ayudará a recuperarte más pronto y seguir adelante con confianza.