El por qué del beso romántico entre humanos, es una de las preguntas más consultadas en Google. Si se tratara de un residuo moderno de algún antiguo tipo de cortejo sexual para el apareamiento, cabría de esperar que estuviera presente en diferentes épocas y culturas. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Actualmente sabemos de sociedades que no conocen el beso en los labios, o, que de conocerlo, tienen sanciones que lo vetan.
Primero hay que distinguir los conceptos de “sexo”, “amor” y “cortejo”. El sexo es el deseo de apareamiento presente en todos los animales. Aunque de distintas formas y aspectos, la idea del amor está presente en todas las culturas. El cortejo es una práctica que tienen como objetivo garantizar el matrimonio, generalmente como un acuerdo entre familias.
Los besos no están necesariamente vinculados al sexo (a menos que se usen como preliminar), menos aún al cortejo. ¿Dónde encajar los besos, entonces? La palabra “romanticismo” es clave.
El origen del beso romántico lo encontramos en los relatos, leyendas y canciones de trovadores medievales, basadas en la idea del amor cortés. Para los protagonista, el beso simboliza una acción subversiva en contra del cortejo pactado y el amor aburrido. Un ejemplo es la historia de Francesca de Rimini, liberada de su matrimonio arreglado con Gianciotto, por el joven Paolo, a quien besa apasionadamente un segundo después de verlo. La historia inmortalizada por Dante en el quinto canto de su Infierno, influiría en muchas otras obras de artes, como la impresionante escultura El beso, de Rodin.
Cuando Julieta le dice a Romeo: “Ahora tienen mis labios el pecado que han tomado de los tuyos” en la obra de Shakespeare, el beso también funciona como una declaración de libertad en contra de las restricciones familiares al amor.
Desde esa época, besar se ha convertido en la acción romántica por excelencia, y hoy en día encontramos la idea implícita en muchas historias de la cultura de masas: películas, novelas superventas y canciones.
Con la globalización, el beso se ha extendido por todo el mundo, haciéndose un espacio en distintas tradiciones y tipos de cortejo.
Si bien, provoca una compleja serie de reacciones químicas que potencian los sentimientos románticos y hacen que los actos físicos (como las relaciones sexuales) sean mucho más significativos e íntimos, su origen sigue estando en la encarnación de una acción de amor subversiva.
Por sobre todo, el beso, es una idea, un gesto que el humano llenó de significado, y por lo tanto concierne a lo a lo ideal, no a lo real. Cuando besamos, durante unos instantes, parece que se suspende la realidad y todo nos parece perfecto. Su función principal, cuando funciona, es destruir lo cotidiano. Estemos agradecidos y esperemos que nunca desaparezca.