La sexualidad es un aspecto importante de nuestra vida y no importa si estamos en pareja o no, todos la vivimos de diferentes maneras. Sin embargo, pocas veces nos preguntamos de dónde vienen todas las ideas que tenemos sobre nuestra intimidad y lo que hacemos entre las sábanas. Creo que en general podemos dividir esta experiencia en tres aspectos: lo físico, lo mental/emocional y la combinación perfecta entre los dos. Es por eso que no es extraño que a la hora de ver las representaciones de sexualidad que tenemos en nuestra sociedad nos demos cuenta de que algunas son muy espirituales y otras puramente físicas.
Como muestra de ello, tenemos el tantra, una disciplina de origen budista que se ha vuelto muy popular en los últimos años y por otro lado, tenemos las películas para adultos, un referente puramente físico de lo que puede llegar a ser la intimidad.
El tantra utiliza la intimidad física entre dos personas para crear una conexión física potente que pueda ser utilizada como forma de meditación. Es así como nace el denominado ‘sexo tántrico’ o la práctica en la que dos personas se conectan tan completamente que logran un estado de iluminación y conexión espiritual profunda. Por otro lado, las películas para adultos nos muestran motivos totalmente diferentes para estar con alguien. Aquí lo físico y el placer prevalecen por sobre lo demás e incluso por sobre la conexión emocional.
No quiero juzgar a nadie, sin embargo, creo que las películas para adultos muchas veces nos muestran ideas erróneas de lo que deberíamos esperar, sentir y ser. De hecho, se nos muestran los mismos estilos de cuerpos una y otra vez, las mismas historias, las mismas narrativas y los mismos tipos de personas. Tiene un énfasis total en la culminación del acto sexual y aunque no creo que sea malo vivir la intimidad de esta forma, no se puede negar que cuando combinamos nuestro deseo y la energía liberada con las ganas de crecer espiritualmente con nuestra pareja las cosas cambian bastante.
No digo que una perspectiva sea buena y otra mala, pero sí creo que son estas dos visiones, completamente opuestas, las que dominan la visión de nuestra sexualidad actualmente. Personalmente, creo que la forma más adecuada de vivir una sexualidad plena sería combinando ambas visiones, especialmente porque hoy en día somos bombardeados con la idea de que el sexo es puramente físico. A veces está bien ser completamente físico, otras veces está bien ser sólo emocional, pero vivir la vida en balance siempre es mucho más satisfactorio.
No dejemos de lado lo multidimensional de una acto tan hermoso y privado como este.