Este escrito es para ti, o más bien, para ustedes. Me pregunto, ¿cuántas personas viven el día a día a lado de alguien que aman y sienten que dan sin recibir lo que merecen? Durante mucho tiempo he estado pensando en el motivo por el que esos momentos llenos de dicha a lado de él no llenaban ese espacio en mi vida que está destinado a una relación. Habían ocasiones en las que realmente no podía ser más feliz, ese sentimiento invadía mi cuerpo, cuántas veces me quede viéndolo sonriendo como tonta y pensando “él es el hombre de mi vida”, muchísimas, hicimos muchos planes juntos, pero entonces llegaba el momento en el que mi cuento de hadas se convertía en… realidad.
Las discusiones estaban presentes como en cualquier relación, al inicio de esta él buscaba soluciones conmigo para llegar a un acuerdo y no dejar que la cólera se apoderara del momento. A medida que pasaba el tiempo las cosas iban cambiando, poco menos de un año de relación y definitivamente todo cambió, se mostró tal cual, ya no existía la búsqueda de un acuerdo, sólo indiferencia; por mi parte aún trataba de conciliar, siempre he pensado que si alguien tiene una discusión o pelea lo mejor es afrontarla y arreglar el asunto, pensé que él también pensaba así… Me equivoqué, y qué duro fue darme ese portazo.
Ya pasaron más de dos años en este vaivén, hoy decidí hacer algo distinto, decidí ser completamente feliz con o sin él, sí, aún estamos juntos porque espero por amor, pero dar sin recibir ya me está cansando. Por eso te escribo esto, debes estar advertido que ya no espero nada de ti, que no volverás a oír de mi parte “si yo fuera tú…”, se acabó.
Hoy te dejo un poco de lado para darme lo que merezco, amor propio.
Tú, el chico que cree saberlo todo sólo por ser mayor, que se escuda bajo un trillado “aún no has vivido suficiente”, no, quizás no tengo tu edad, pero créeme he vivido más de lo que crees. Hoy dejas de ser el centro de mi mundo, desde hoy el centro soy yo. Ya no me interesa si deseas o no llegar a un acuerdo en una discusión, no volveré a insistir para hablarlo, no trataré de dilatar las conversaciones.
Cabe la posibilidad de que te des cuenta del cambio y busques hablar conmigo, quizás porque golpee tu ego el saber que ya no tienes quién haga lo que tú deberías, quién reme el bote por ti, o quizás porque dentro de ti si hay un poco de interés en sobrellevar esto y salir adelante, no lo sé. Hoy espero, no de la misma forma, pero lo hago, aunque debes tener en cuenta que no lo haré siempre, de hecho el tiempo se está agotando.