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No sólo de carne vive el hombre: viví como vegetariana durante 30 días y esto pasó

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Desde niña tengo el recuerdo de comer carne y pensar que no me gustaba. Creía que era algo asqueroso. Lo masticaba muchas veces y me demoraba en comer, para que mi madre se aburriera y eventualmente me dijera que “estaba bien”, que podía dejar el plato hasta ahí. La verdad es que de todos modos tenía que comerla, resignada. Y así mi relación con la carne se comenzó a volver complicada.

Mientras crecía, en general nunca comí demasiada carne. Comencé a hacerlo con más “ganas” por así decirlo en la etapa de la universidad. Tal como hay bebedores sociales, creo que era una carnívora social. Si no era por compartir algo de comida con el resto, no lo hacía.

Leyendo tantas cosas sobre alimentación y medio ambiente, entre otras cosas, decidí crearme un nuevo desafío: ser vegetariana por un mes.

Elegí un mes pues pensé que sería un buen tiempo de prueba. Al finalizar el mes, decidiría seguir, hacerme vegetariana por completo, o seguir probando. Pero no podría comer ningún tipo de carne: no pescado, ni cerdo, ni pollo, ni mariscos. Completamente nada. Así me embarqué en esta “aventura”.

Si bien comía carne, durante la semana lo hacía en una medida muy baja. Hubo gente que me ha dicho que para ver cambios, en el cuerpo o metabolismo, es necesario dejar pasar más tiempo. Pues bien, parte de todo era ir decidiendo en el camino qué hacer. Pero el primer mes era sagrado.

Al no ser parte esencial de mi dieta, no me fue complicado el tema de la alimentación. Las tentaciones eran el problema, en especial el olor de las parrilladas cerca de mí.

Soy humana y soy débil, pero no cedí nunca. Sí comía proteínas de otros alimentos, y también comía hamburguesas de soja o cosas así. La verdad lograba manejarme bien en ese sentido. Una o dos veces asistí a parrilladas, en las que el aroma de la carne (y la falta de opciones vegetarianas) me hicieron pensarlo dos veces. Lo que me ayudó fue decirle a todos mis amigos y familiares del experimento, por lo que me hicieron entrar en razón.

Siendo completamente no sentí demasiados cambios, ni fue un desafío terrible. Más allá de la decepción de a veces querer un alimento, y encontrarme con carne en él, no sufrí.

Mi metabolismo se aceleró un poco más, y me sentí bastante más ligera. Sí creo que necesito más tiempo para poder hacer un juicio a ciencia cierta, por lo que esta es una noticia en desarrollo.

Lo que sí noté y – hasta ahora – ha sido mi máximo descubrimiento, vino con mi periodo menstrual. Sufro de un fuerte e intenso (y debilitante) Síndrome Pre Menstrual, que fue bastante bajo durante este mes. Sí, sentí algunas molestias, pero no tantas como es común. Se redujeron en un gran porcentaje. ¿Será por la carne, por las hormonas que posee? Creo que es una gran opción.

Más allá de las decisiones personales, he aprendido que la carne no es algo infaltable en nuestra dieta. Podemos vivir sin ello, y lo más probable es que nos sintamos mejor. Eso queda en cada persona, y en cada organismo, claro.

Por mi parte, seguiré mi camino hasta eliminar lo más posible esto de mi dieta. De vez en cuando me permitiré algún escape, pero creo que todo me llevará al vegetarianismo total.


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